Tremenda y desgarrada canción que habla de renuncias y tristezas ante un amor al que el cantante renuncia ya de salida. Una balada un tanto anónima en el sentido de carecer de impulso vital a pesar del derroche vocal de nuestro crooner.
Del mismo estilo es la cara B con menos carga dramática, pero con la misma carga orquestal, igual dicción y melodía que guarda un cierto parecido con la anterior.
Dos canciones que recuerdan a las que pocos años después grabarían la pléyade de cantantes melódicos de principios de los 70: Daniel Velázquez, Tony Landa, Nino Bravo y tantos otros que de forma indirecta tuvieron a José Guardiola como maestro.