Tras el buen disco anterior, que recibió muy buenas críticas y un volumen de ventas algo superior a anteriores trabajos, Discophon apostó por una producción cuidada, que incluía piano y una amplia sección de viento, para este disco, que, a la postre, resultó el más conocido del grupo, aunque no el mejor, en mi opinión.
Incluir «Abajo las penas» como canción principal fue un error porque no era el mejor corte ni el más atractivo del disco. Tal vez pesó en la decisión que se trataba de un tema alegre, desenfadado… y de sonido trasnochado. Otro problema fue la mezcolanza de estilos que concurren aquí: «No volveré a amar» era un tema escrito en el original para Tom Jones, que está destinada al lucimiento de un cantante melódico. Los dos temas propios, esta vez mejor logrados que los ajenos, también marchan cada uno por su lado «Pesadilla sin final» nos plantea una mezcla de rock y soul con profusión de saxos y trombones en el estribillo. Por su parte «Con tu forma de pensar» es un buen ejemplo de ligereza pop con buenos arreglos e interpretación.
Gracias a la promoción realizada por su discográfica, fue asiduo de las emisoras de radio en los primeros meses de 1968, pero el esfuerzo de producción y el del propio grupo no se vio recompensado en lo económico y finalmente supuso un varapalo para los intereses de Alex y sus muchachos, que optaron por separarse antes de terminar ese año, barridos por las nuevas corrientes musicales a las que desesperadamente intentaron agarrarse, consiguiendo por momentos ese objetivo, pero sin dar en ningún momento con un éxito propio que les sacase de esa honrosa categoría de conjunto de segunda fila cargada de calidad, pero de subsistencia difícil.