Tras la sorpresa de su primer disco y el (relativo) éxito del mismo (agotado durante años hasta una posterior reedición), han de pasar dos años hasta su nuevo lanzamiento, “A Rússia” (Slurp, 2001). Si bien puede calificarse de continuista (música festiva, ritmos mediterráneos, populares, a veces sacados de géneros que parecen material de derribo, casi música para amenizar verbenas), el disco ya indica un avance singular en una instrumentación mucho más rica y un gusto por el detalle y la diversidad estilística que sorprende, abruma y finalmente desarma.
Un disco amplio, de quince canciones compuestas, como siempre, por Joan Miquel Oliver, que se abre con un banjo cual canción sureña de los Estados Unidos en la energética “Canta” , toda una declaración de principios de las intenciones iniciales del álbum.
Eso no impide que los temas alucinados en las letras, mezclando estampas hiperrealistas con la ciencia ficción y el costumbrismo con el surrealismo, casen a la perfección con una envoltura sonora expansiva, brillante, mucho mejor producida que su anterior trabajo “Antònia Font” (Discmedi, 1999).
La introducción de elementos electrónicos y profusión de teclados, como en “Entendre sa roba”, en el futuro será de vital importancia para la exploración de los caminos que les llevarán a sus mejores discos. El disco está lleno de grandes canciones como “Camps de maduixe” o “Declar”, en las que se va perfilado su muy persona forma de cantar.
También en este álbum se da la aparición de su primera canción absolutamente memorable, la titulada como el disco. Una canción con un ritmo soul-funky irresistible, bailable y escuchable al mismo tiempo. Como si el sonido Filadelfia se hubiese trasladado hasta Mallorca para hablarnos de la fascinación de la lejana Rusia, con “sus gentes que viven a cero grados, se congelan y se aguantan” muestra de un humor sutil y un puntito cruel de Oliver.
El disco es el que les lleva a ampliar su margen de actuación. Conquistan el área catalanoparlante, es elegido por Radio4 (que opera en Cataluña) como mejor disco del año, y su éxito comercial comienza a ser más y más importante. Y sirve de aperitivo a “Alegria” (Drac/Virgin, 2003) la obra magistral que les llevará a cotas que apenas nadie había podido intuir en su debut del año 1999.