Efectivamente, a martillazos concibe, ya no su música, sino la lucha Núcleo TercoAñade este contenido. Título de uno de los cortes que aparecían en su «Abriendo Fuego» (Potencial Hardcore, 2003), sirve en esta ocasión para dar nombre al álbum con el que los vallecanos garantizaban la estabilidad en la segunda oportunidad que se habían concedido.
Con una orientación del diseño gráfico de la portada similar a la de su «La Comisión de la Estaca» (Mai Morirem / Red Star 73, 2008), presentan a una mujer en primer plano con puño cerrado y martillo en mano. No es una elección casual; uno de los temas del disco, «Sin miedo (Brujas de la noche)«, aborda de manera directa, como le gusta al grupo encarar la cuestión de la lucha de género y el maltrato doméstico: «Dejó la puerta de casa abierta / y a su verdugo tumbado en el suelo. Con un cuchillo clavado en el cuello. ‘La última vez’ le gritó al defenderse«.
Probablemente sea en canciones como «Rojos» donde mejor se vea la intención de Núcleo Terco de instrumentalización del punk rock como medio para la consigna política. La letra es una revisión completa de su ideario. La música que la transporta va variando conforme la propia banda evoluciona nutriéndose de las querencias de los distintos componentes de su formación. La elección en este caso transita en ese rock duro, áspero y por lo general correoso que los sitúa cercanos a otras opciones callejeras de su entorno inmediato como puedan ser Non Servium, Kaos Urbano y en algunos momentos incluso Suzio 13.
La voz de Carlos, única al micrófono sin los apoyos de otras formaciones de Núcleo Terco, se muestra áspera, sin concesión alguna a disquisiciones melódicas que en ocasiones parecen ofrecerles las guitarras, cuando no se han lanzado al galope o a los arabescos de los solos.
«Facción ilegal» parece construida a las maneras propias de Motörhead o punk rock noreuropeo que tanto le han gustado a la banda de siempre. Es una de esas canciones con letra dedicada a todos aquellos elementos sociales y policiales («Siervos del poder«) en contra del obrero.
Aligerado de forma drástica el contenido referente a la Segunda Guerra Mundial (una constante en sus discos anteriores) sí que no resisten la tentación de la revisión histórica, eligiendo ahora los conflictos laborales y protestas consiguientes desencadenados por la reconversión industrial a finales de los 80 en el Cantábrico.
Hay hueco para los momentos algo más intimistas, en los que expresar con rabia qué es lo que querrían para su barrio («Mi dulce infierno«), para echar la vista atrás después de tantos años de lucha («No me arrepiento«) o sencillamente para sumergirse exclusivamente en la noche y el rock and roll («Mercurio en las venas«).
Pero haría mal quien considere estos ejemplos como señales de debilidad alguna. Núcleo Terco aplica política de tierra quemada con sus discos, no dejando instante de calma; «A Martillazos» no es una excepción.