Ollo ó Can sólo nos dejan este disco. Diez composiciones grabadas en los estudios Sonyarte (Vigo) con Arturo Castro e Isidro González. Colaboran en la grabación Magoia Bodega (flauta en “Canción da cabra violada” y silbido en “A potente historia do neghrito Mohamed”), María Xosé López (coros en “Canción da cabra violada” y “A potente historia do neghrito Mohamed”), Xosé Manuel Fernández (pandereta en “Canción da cabra violada”) y Arturo de Castro (güira y chapeao en “Rillaconas”).
Todas las letras son de Pato, excepto la homónima “¡Ollo ó can!”, canción popular escuchada a Florencio –Florencio López Fernández, “O Cego dos Vilares”-. Florencio fue un violinista ciego de A Fonsagrada que murió en 1986. Se quedó ciego de niño a raíz de una viruela, y se ganó la vida cantando sus romances y coplas por las aldeas que lo llamaban. El músico de Porriño Pancho Álvarez (Na Lúa, Carlos Núñez), le dedicaría su álbum “Florencio, O Cego dos Vilares” (Fol, 1998).
Ollo ó Can se centran en reflejar la realidad del rural con un lenguaje directo y cercano. Emplean el gallego con gheada y tiran de costumbrismo e irreverencia. Nos encontramos con timos basados en la emigración –“O timo ‘del pariente’”-, con zoofilia extrema –“Canción da cabra violada”-, con vendedores de alfombras venidos de Senegal con una gran potencia sexual –“A potente historia do neghrito Mohamed”- y con curas pedófilos –“O cura pinante”-.
A nivel musical predomina el easy listening con ritmos new wave, folk, y cierta aproximación a Os Resentidos.
Lo cierto es que su propuesta pasa desapercibida, convirtiéndose hoy en día su grabación en una rareza cada vez más difícil de encontrar. Formaciones como Rastreros o Heredeiros da Crus seguirían su estela con mayor éxito.