Calabacín, hortaliza de mi vida, alimento de mis entrañas. Pecado mío, gula mía. Ca-la-ba-cín: la punta de la lengua emprende un viaje de cuatro pasos desde el suelo de la boca para apoyarse, en el cuarto, en el borde de los dientes.
¿Le gustaban los calabacines a Nabokov? Sin duda, en tanto en cuanto hubiera mariposas revoloteando alrededor; porque una peculiaridad del escritor ruso es que su faceta literaria la compaginó con el mismo entusiasmo que la entomología, esa ciencia que lleva el arte de la observación de gusarapos a extremos tan minuciosos como insanos. En su caso concreto, los lepidópteros. De hecho, vamos a mantener aquí la teoría de que Nabokov aplicó las destrezas de la entomología a la hora diseccionar a sus personajes, que quedaron prendidos en alfileres literarios para la posteridad.
Por ejemplo, Humbert Humbert, el profesor de universidad que babeó por una adolescente hasta límites enfermizos. Nabokov trazó con precisión el dibujo de una existencia solitaria y acomplejada, otro ser humano intentando amansar sus tormentos y en permanente conflicto con sus propias contradicciones. Al final, Humbert Humbert decidió aceptar sus miserias aun a riesgo de acabar demoliendo su vida.
No es de extrañar que Paco Alcázar (berridos y programaciones) y Miguel B. Núñez (guitarras) tomaran el nombre de Humbert Humbert para bautizarse como banda. Ambos tienen conexión con la ciencia, se dedican al dibujo de personajes -en su caso, de cómics- y eran unos dinamiteros musicales. «Roman Fire» (Under Cómic, 2002) fue su primer artefacto sonoro, un bombazo de punk electrónico, vicioso y viciado, demente y lúcido, que te vuela la cabeza y te arrastra de los pies.
Los calabacines también pueden servir de artillería. Ateniéndonos a la forma, los hay alargados y redondos. Los esféricos resultan idóneos para prepararlos rellenos. Admiten en su interior toda clase de metralla que uno se encuentre al fondo de la nevera o de la alacena, y tras su paso por el horno, quedan pergeñadas una especie de granadas de mano dispuestas para comensales con ganas de guerra.
Twitter: @goghumo
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