¡BACALAO! HISTORIA ORAL DE LA MÚSICA DE BAILE EN VALENCIA, 1980- 1995.

¡BACALAO! HISTORIA ORAL DE LA MÚSICA DE BAILE EN VALENCIA, 1980- 1995.

Bacalaopeq¡Bacalao! Historia Oral de la Música de Baile en Valencia, 1980- 1995
LUIS COSTA
CONTRA  2016

“¡Bacalao! Historia Oral de la Música de Baile en Valencia, 1980-1995” (Editorial Contra, 2016) era un libro necesario por muchas razones. La principal es que la versión de los hechos ocurridos en Valencia en aquellos años que llegó a la mayoría está totalmente sesgada y adulterada con un matiz sensacionalista importante. Porque en los 90 en la mayoría de los medios de comunicación estatales las noticias que hacían referencia a Valencia se basaban en la demonización de la llamada “Ruta del Bakalao”, creando una alarma social con las drogas y los accidentes de tráfico como protagonistas principales.

Luis Costa -DJ, periodista y jefe de prensa de la sala barcelonesa Razzmatazz- decide saldar una deuda con la historia e ir a las fuentes para generar una historia oral en la que los DJ’s son los protagonistas, así como algunos empresarios y periodistas que vivieron aquellos años con pasión e ilusión: Juan Santamaría, Carlos Simó, Toni “El Gitano”, Kike Jaén, Fran Lenaers, Juanito “Torpedo”, Rafa Cervera, Eduardo Guillot, Miguel Jiménez… y muchos más, son los encargados de contarnos sus recuerdos y anécdotas de aquellos años que en gran medida fueron silenciados y de los que realmente se conocía muy poco.

Todo comienza a principios de los 80. Todos los focos estaban en La Movida, tanto la madrileña, como las demás movidas que se fueron generando a lo largo de todo el país, como la de Vigo, por ejemplo. En Valencia, sin embargo, lo que realmente triunfa es el post punk, la new wave y los sonidos más alternativos anglosajones… El verano del 81 se antoja fundacional: “Ese verano fuimos testigos de lo que estaba ocurriendo en Barraca, que era algo que no tenía nada que ver con lo que yo había visto en Madrid. Aquello no era algo aislado, tenía efecto en todas las discotecas de la costa. La música no era la música discotequera habitual, no había funky. Solo programaban rock y pop anglosajón de última hornada, grupos muy novedosos que acababan de aparecer y singles que aún no tenían ninguna difusión en las radiofórmulas. Y eran bailados y coreados por el público. La mezcla era asombrosa: Joy Division, Duran Duran, OMD, Skids, Public Image Ltd., Visage, Adam & The Ants, John Foxx, Bowie, Roxy Music…“, apunta Esteban Leivas (productor de los dos discos de Glamour).

Aquello realmente era vanguardia. Los nuevos ritmos comienzan a extenderse por toda la Comunidad, llegando incluso a pueblos pequeños y a bares alejados de los núcleos urbanos en los que se podían escuchar bandas como Cabaret Voltaire o Alien Sex Fiend. Se daban situaciones realmente insólitas como que Soft-Cell tocase por primera vez en España en Éxtasis, una discoteca de Llombay, un pueblo de apenas dos mil habitantes -“fue alucinante ver a Soft Cell en Llombay para cuatrocientas o quinientas personas, Marc Almond estaba alucinando con el pueblo” (Miguel Jiménez)-; o que B-Movie hiciese lo propio en Fórmula 1, discoteca de Masalavés, otro pueblo de unos mil quinientos habitantes. “Por Éxtasis pasaron grupos como Derribos Arias, Alphaville, Décima Víctima, Aviador DroAñade este contenido, Garage, La Fundación, KGB, TNT, Siniestro Total“, afirma Toni “El Gitano”.

Conforme pasan los años todo va creciendo, las discotecas, la música, los conciertos y el público. Los cientos de personas se convierten en los miles de personas, y se produce un efecto eco, que hace que cada vez más jóvenes de fuera de Valencia, comiencen a llenar sus discotecas. Había una cultura musical muy avanzada, y en prácticamente cualquier local había dos platos y compraban vinilos de importación.

Carlos Simó en Barraca, Fran Lenaers en Spook, Toni “El Gitano” en Chocolate… cada templo tenía un gurú y miles de fieles. Las drogas comenzaban a hacer furor, sobre todo las mescalinas, y se daban todo tipo de situación sorprendentes, como que Toni “El Gitano” comience a programar conciertos de grupos internacionales con un horario sin parangón: un pase a las 2 de la mañana y otro a las 7… “Nadie había conseguido hacer eso y yo lo conseguí, con varias bandas que aceptaron el trato de venir a hacer los dos bolos. Y por allí pasaron grandes bandas: Killing Joke, A Popular History of Signs, Play Dead, The Three Johns, Aroma Di Amore, Sad Lovers & Giants…“. Era una fiesta permanente, con músicos y público en muchas ocasiones totalmente volados.

Más adelante tiene lugar la conexión Valencia – Madchester, y bandas como Stone Roses, Happy Mondays o Inspiral Carpets oyen hablar de lo que se cuece en Valencia y “de unas explosivas cápsulas de color verde que por lo visto rulan por allí“, por lo que el desembarco es inevitable. En el año 89 se acercan a tocar por primera vez a España… “Pills ‘n’ Thrills And Bellyaches”.

En los 90 es cuando todo se pervierte. Las guitarras y la innovación dejan paso a la máquina, los ritmos sin alma y el bacalao comienza a escribirse con k, hablándose ya de la “Ruta del Bakalao”. Todo se masificó y aceleró, vulgarizándose hasta desaparecer.

El libro de Luis Costa nos cuenta todo ese ascenso y caída, tratando con minuciosidad aspectos clave como la obtención de los discos vía Londres en la mayoría de los casos, el desarrollo artístico de los Dj’s, la decoración de discotecas, la competencia feroz entre los distintos locales, la producción de sellos propios que editaban maxis que se vendían por miles en la Valencia de la época… Quizá lo que se echa en falta en algún momento es un análisis más profundo y un mayor desarrollo de ese desmoronamiento de los 90, pero estamos ante un trabajo impecable y altamente recomendable que logra lo fundamental: que cuando se mencione la “ruta del bakalao” nuestra perspectiva cambie por completo y la valoremos como lo que fue, un oasis de vanguardia y modernidad en un país deslumbrado por aquella movida modernosa.

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