No se habla de otra cosa estos días. No hay mentidero, ascensor, bar, cena, congregación de fumadores o puesto de mercado en que no salga el tema en la conversación. A su alrededor se ha formado un debate cruento. Quema hasta el punto de que puedes salir escaldado de él. En definitiva, no se encontrará rincón en que no se comente el asunto y, además, no se tenga opinión al respecto. Por si fuera poco, las posturas son excluyentes. O sí o no. De hecho, los resultados de una reciente votación indican que no se da una mayoría evidente hacia un lado o hacia el otro. Estamos hablando, por supuesto, de si la tortilla de patata debe llevar o no cebolla.
La polémica es tan peliaguda que ha desembocado en dos facciones: los concebollistas y los sincebollistas. Algunos lanzan la pregunta en la primera cita, para después no llevarse a engaños. Nada de preguntar si eres del Atleti o del Barça, el sistema operativo de tu móvil, si ves «El Intermedio» o las noticias de TVE 1. “Oye, ¿a ti la tortilla de patata te gusta con o sin cebolla?”, espetan directamente a la maravillosa persona con la que están citados en una templada tarde primaveral. Hay quien se ha levantado en ese mismo instante y ha dado por concluida una relación que prometía ser la definitiva porque la respuesta no se amoldaba a sus gustos tortillistas. Hay vecinos de rellano que ya no se saludan porque “¿Qué es ese olor que viene de tu cocina? ¿No estarás friendo cebolla para la tortilla?”. Así está de revuelto el patio con el asunto.
Pero pongámonos serios por un momento, porque la situación actual en que nos encontramos requiere que nos centremos en aspectos realmente importantes. Y es que andan movedizos y alterados estos tiempos de hoy. Con tanto envite impostado y tanto gesto grandilocuente como estamos viendo, lo que están engendrando en nosotros son dudas, incertidumbres, vacilaciones, de ahí que yo me pregunte inquieto: ¿se dice tortilla de patatas o de patata?
El cuarteto Patrullero Mancuso también fijó su atención en el nombre del plato, aunque desde otra perspectiva. Maestros de la ironía como eran, su mordacidad rebosó como un buzón en época electoral cuando se les ocurrió llamar tortilla estatal a la tortilla española y titular así su cuarto álbum, a la par que una de las canciones:
Deme tortilla estatal
Y todos juntos a canta
lalalalala
Imposible no sentir devoción por un grupo que se bautizó como uno de los personajes de «La Conjura de los Necios» (1980) de Toole. Aquel patrullero Mancuso era un patético Mortadelo que se disfrazaba variopintamente para acechar a delincuentes. Y si la vida en papel de este personaje me hizo feliz en su día, que después surgiera una banda llamada igual redobló mi felicidad, sobre todo con los discos de su segunda etapa, la que precisamente se inició con “Tortilla Estatal” (Elefant, 1997). Además de la mentada canción, es el álbum que contiene su emblemática “El Halcón Milenario”. Yo imagino a Sheldon, Leonard, Howard y Rajesh cantándola a coro, enfervorecidos, mano en el pecho, cada vez que celebran el día de Star Wars. Escuchándola, nada hace sospechar que la letra fuera trasunto del desvencijado R5 que tenían los de Villaviciosa de Odón.
En cuestiones artísticas, los logros suelen ser mayores cuando, en vez de plasmar tal cual la propia biografía, se la hace derivar hacia algo diferente. Patrullero Mancuso dominaban este punto. Probablemente alguna vez se les inundó el local de ensayo, pero el hecho mejora si dices que subió tanto el agua que hacías surf sobre las guitarras y que una chica se puso en topless sobre el Marshall (“Se inundó el local”).
A la realidad le puedes echar de todo, es una tortilla que cuaja con lo que le pongas. Por mi parte, como si no hubiera un mañana, parece que haya vaciado la alacena para preparar la tortilla que traigo aquí, pero lo cierto es que he querido darle un toque “estatal” en honor de los Patrullero decantándome por unas alubias leonesas, una butifarra catalana y unos calabacines de Almería; y que los huevos sean de donde huevos se quiera.
Twitter: @goghumo
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