ANA CURRA EN LA SALA KAPITAL: UN RÉQUIEM DE PUNK ACORAZADO

ANA CURRA EN LA SALA KAPITAL: UN RÉQUIEM DE PUNK ACORAZADO

Ana Curra El Acto cartel

Y por fin llegó el 9 de marzo; por fin llegó la presentación de Ana Curra de “El Acto” (DRO, 1982), y de la relectura de la práctica totalidad del repertorio de Parálisis Permanente. Se cerraba un período de preparación de la banda y de encendido debate en las autopistas de silicio de foros y blogs acerca de la empresa de la artista madrileña. A ella nos acercamos hace unos meses, visitándola en el local de ensayo y haciéndole una de las primeras entrevistas que concedió.

Mucha era la expectativa creada y el llenazo registrado en la sala Kapital de la calle Atocha hablaba bien a las claras del interés que había despertado la iniciativa. Tanto que tocó verlo desde el segundo piso de un local que hasta entonces era, ignorante de mi, lugar del chunda-chunda de legiones de jovenzuelos. En este tipo de citas los detalles cuentan, dan idea del tono, las ganas y las intenciones. Por eso resultó ilustrativo comprobar en el arranque del concierto la flexibilidad (literal) en escena y el puñetazo que dio sobre las teclas. Arrebatado golpe de efecto de la que otrora pasara por una teclista excesivamente ortodoxa a la que todos pedían que cambiara el solfeo por pasión.

Salió la banda contenida asegurándose de no descarrilar llevados por una explosión de ganas por demostrar qué es lo que traían preparado. Se mostraban solemnes, sobre todo en los primeros temas, en evidente contraste con Ana, quien con diferencia fue la que más kilómetros recorrió sobre el escenario. Dejó claro el buen estado de forma física por el que atraviesa, aunque yo hubiera apostado por los modos de liturgia del resto. El mensaje que quería transmitir la diva era otro muy distinto: anoche se trataba de un requiem festivo para el que además pidió de inmediato la adhesión total e incondicional. Anoche toda la Kapital era de los de Ana, que son muchos y todos convencidos.

No era manifiesto gratuito, ya que a pesar de la ya larga experiencia de toda la formación en estos menesteres no se pudo evitar que la semana última antes del concierto fuera una sucesión de consignas, ánimos y arengas para la movilización, como si de crear la atmósfera previa a una final de campeonato mundial o de vísperas de examen de reválida u oposición. Además, con todas las dentelladas sufridas en las jornadas previas, cualquier alianza era bienvenida, especialmente si venían del lado de históricos de la banda como Rafa Balmaseda. El bajista subió a las tablas durante un par de temas (“Quiero ser santa” y “Esa extraña sonrisa“) en los que Ana se vio arropada por doblete tanto en guitarra como en el bajo.

Si bien el sosiego inicial le vino de perlas a los temas de atmósferas más densas, pronto se vio que si algo caracteriza a la nueva interpretación que propone Ana Curra para los temas de Parálisis Permanente pasa por resaltar lo que tienen de punk rock de combate. Las bestias pardas con las que se ha pertrechado no hacían sino esperar, cuchillo en boca, una señal de su líder para soltar una descarga propia de división acorazada. Ni las baquetas de Rafa Le Doc, ni el bajo de Manolo UVI, ni la guitarra de José Battaglio han ganado su reconocimiento tejiendo oscuridades de atmósferas góticas precisamente. Daba gusto verlos bramar los coros de los temas más combativos.

Tampoco fue César Scappa un mero subalterno. Siendo de los más cercanos a Ana y el propio Eduardo, se reservó la voz principal de “Esto no es“, algo que me consta no estaba decidido desde los primeros ensayos. Lo hizo además con un recuerdo previo para Toni Vázquez y Enrique Sierra, recientes pérdidas de la promoción de los 80.

Para el ausente más presente en el corazón de muchos, Eduardo, Ana Curra decidió interpretar un solo de teclado en un lapso de separación tras uno de los breves pasos por camerino que la banda hizo en la recta final. Ejecutado con la imagen del ya icono de aquellos días en la pantalla tras el escenario, coincidió con la que pasaría por la jugada tonta del concierto. Meditaba yo movido por los acordes del teclado de Ana sobre el pudor del momento, cuando se escuchó a una de las chicas de detrás, para nada adolescentes por otro lado, explicando que la imagen correspondía al novio de la cantante “que murió en un accidente”. ¿Es ésta la falta de preparación de la que se quejan los profesores de Historia?

Cuidada escenografía por otro lado, con un escenario a medida, un entorno de teatro, con plateas a las que dedicar saludos o gestos y una pantalla enorme posterior que informaba al público de cuando salía la banda del estricto marco de “El Acto”. Únicamente me pareció apreciar error en este sentido con “Adictos a la lujuria“, que el grupo ejecutó sin el logo del consabido disco como adorno.

Las quinielas eran para adivinar los temas reservados para el bis, sobre todo cuando el grupo parecía no parar en gastos al principio, derrochando candidatas claras para ello. Al final resultaron “Un día en Texas” y “Autosuficiencia”. Yo creo que fueron las que más intensas me parecieron. Junto a “Unidos”, una de mis favoritas, eso sí. Puestos a contribuir a herejías, ¿a nadie más le parece “Jugando a las cartas” con un punto excesivamente jovial para las siniestralidades de “El Acto”?

Habrá quienes hayan extrañado la voz de Eduardo, las atmósferas góticas de hace veinte años… Pero es que esto no es Paralisis Permanente, sino la deuda de Ana Curra y cuatro amigos para con todo aquello. A mi me alegra el haberlo visto y me quedo con la sensación de que gustaron incluso a muchos que iban convencidos de que no iba a ser así.

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Comentarios

  1. Gracias por tu bellisima cronica Tomas hecha con buen amor…agradezco este poco de luz que me has mandado….y poderla ver y oir ha sido un flash