Aterrizaron los gallegos de Aerolíneas Federales en Madrid en un fin de semana que se presentaba nostálgico: Un día antes Bernardo Bonezzi había tocado en la sala Caracol, desempolvando su «Groenlandia» inmortal.
Los de Vigo vuelven de la mano y dirección de Elefant Records, que para acompañarles en Madrid propusieron a L-Kan. Las recientes aventuras como Bla de Luis y Belén, la pareja en el seno de la banda madrileña ayudaron en la decisión del sello. El dúo además oficiaba de verdaderos anfitriones poniendo la sala: la BUT en versión Ocho y Medio.
No queda claro si las razones del emparejamiento eran más profundas pero lo cierto es que bien mirado, los dos grupos comparten algún que otro parámetro. Y es que a pesar de lo evidente de la apuesta definitiva por los respectivos dúos que, micrófonos en mano, son los que encaran en primera línea al público, deben mucho de su solidez precisamente a sus retaguardias.
Por ejemplo L-Kan, encargados de abrir la noche, se apoyan en la solvencia de Luis, Maru y para la ocasión, la batería de Jesús, para montar el entramado sobre el que actúan sus cantantes. Si bien su entrega y entusiasmo es incontestable, quizá pecara Belén de un arranque demasiado frenético, con saltos, carreras y continuas conversaciones con el público que terminaron por pasarle factura; se la vio con necesidad de recuperar fuelle para solventar las exigencias del tercer tema. Una vez cogido el ritmo, sin embargo, no hubo problema alguno salvo el que se autoimpusieron con el constante cambio de disfraces.
Gusta esta puesta en escena a sus incondicionales, a los que convencen con sus hurras republicanos (dado lo señalado de la fecha) y sus disquisiciones seudo filosóficas. Yo me quedo con lo musical de un buen puñado de temas, muy lejos ayer por cierto de los aires tecno que quizá justificaran en otros tiempos su inclusión en recopilatorios de Subterfuge. Les noté con ganas de disfrutar el momento, excusa perfecta para volver a encender sus turbinas. Belén incluso se tiró al público -cuidadosamente, eso sí- y terminó lanzando su sostén al respetable en el bis que harían al final de la noche con los gallegos, ante la impotencia de Coral que desolada le mostraba su escote. Ya decían las Aerolíneas Federales que estaban cansadas de que las tetudas ligasen más.
Si bien L-Kan no dudaron en entregar su «Aburrida de estar tan salida» casi de comienzo, Aerolíneas Federales remolonearon para tocar «Soy una punk» hasta casi el final. Precisamente al hacerlo, y como hiciera el realizador del telediario del mediodía con el concierto de Bernardo Bonezzi y una actuación del pasado en televisión, alguien decidió emitir por las pantallas repartidas por la sala, a la vez que la cantaban, el videoclip correspondiente rescatado del baúl de los recuerdos. Admitiendo lo que de ejercicio de nostalgia tienen estas reapariciones de grupos míticos de los 80, sospecho que estas comparaciones in situ y en tiempo real de las consecuencias del paso de los años de poco sirvieron aparte de para evidenciar la fragilidad actual de Coral, por ejemplo.
Pero consideraciones extramusicales aparte, he de decir que gustaron Aerolíneas Federales. La sorna de sus letras, aunque se refieran a temas insustanciales, y la contundencia guitarrera que demostraron los alejan a mi juicio de las memeces de otros grupos. Olvidado el teclado, la propuesta pasa por un rock robusto de fondo. Se muestran solventes y con experiencia. La presencia de Miguel Costas, que parece seriamente implicado en el retorno, me parece un punto extra. Oficia de moderado maestro de ceremonias presentando a la banda y arrancando él solo en solitario el tema que abre los bises en lo que se incorpora el resto desde camerinos. Aerolíneas Federales de todas maneras no son Siniestro Total, ni falta que les hace, y aquí cantan las chicas y Silvino también. Recorrieron los grandes éxitos, desplegaron el disco bar, se quejaron de besarse en los labios… Hasta ska.
No me adentro en debates de cuáles son las razones últimas que justifiquen estos retornos. Realmente me vale cualquiera, tanto si se trata de rentabilidad económica como si se trata de pasarlo bien juntos de nuevo y hacerlo pasar bien. El otro día lograron esto último conmigo que nunca fui incondicional de ninguna de los dos, y dieron la impresión de pasarlo bien ellos mismos.
En la recta final hubo comunión de los dos grupos tocando «Rollo porno», un tema de los gallegos que L-Kan suelen versionar y que ayer, en ejercicio de anfitrión exquisito, no dudaron en sacrificar de la lista que habían preparado con tal de poder disfrutar de un ejercicio de todos juntos en el escenario.
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