QUÉ OSCURO ESTÁ ESTO

Los calamares en su tinta es el único plato en el mundo de un negro total. No existe ningún otro con esa negrura feroz. De hecho, es ese color lo que hace que al niño se le tuerza el gesto en cuanto se ponen en una mesa, por mucho arroz que los acompañen. Al niño, ser de alma límpida y transparente, le repelen. Uno ha dejado atrás la infancia cuando por fin decide probarlos, que es como pasarse al lado oscuro; o lo que es lo mismo, hacerse adulto.

Isabel León, la otrora corista de Surfin’ Bichos y Chucho, tiene la voz aniñada y el alma oscura como el fondo del fondo de un pozo. La mente negra lo llama ella en uno de los temas más amargos de «El Duelo» (Limbo Starr, 2014), su regreso fonográfico diez años después de su debut en solitario. En la presentación en directo del álbum, apareció ataviada de luto riguroso y un cierto aire de trágico hastío, en contraste con los dorados y oropeles decimonónicos de la sala del Museo Cerralbo.

En varios momentos del concierto, la propia cantante reconocía que aquellas no eran precisamente unas canciones lo que se dice alegres. Se ve que es una de esas personas a las que les surca el pensamiento una procesión de nubarrones, un desfile de tormentos en dirección al abismo de la pena, el pecado y el remordimiento. Sí, hay gente abollada que no puede evitar que por sus venas corra tinta de calamar.

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