MUCHO COLOR

MUCHO COLOR
Pastel de cabracho / Perapertú
Pastel de cabracho / Perapertú

El cabracho es un pez viejo o avejentado, feo a rabiar en alguna de sus variedades; quizá por eso prefiere vivir a cierta profundidad, más que refugiado, escondido entre grietas rocosas. El jorobado del mar. En cambio, cuando pica en un aparejo de pesca y se le sube a la superficie, fulgura su bellísimo pigmento rojizo. Una vez cocinado, se convierte en uno de los bocados más sabrosos que se pueden catar procedentes del mar. La leyenda gastronómica ibérica cuenta que fue Juan Mari Arzak quien popularizó el pastel de cabracho en la década de los 70. Aún hoy día el plato cuenta con adeptos y en Asturias es casi tan típico como una fabada, un cachopo o un arroz con leche.

Unos pocos años antes de que el afamado chef comenzara a tener notoriedad, el escritor egipcio Naguib Mahfuz había publicado su novela Miramar, nombre de una ficticia pensión de Alejandría donde sitúa a los personajes de su historia. Allí, al fondo del Mediterráneo, en las aguas de la ciudad del mítico faro, habrá cabrachos agazapados como lectores de Mahfuz sigue habiendo por todas partes. Uno de esos lectores es Ahmed Moussa, cantante y compositor principal de la banda madrileña Perapertú. El título de la novela citada les ha servido para encabezar la portada de su álbum de debut (El Genio Equivocado, 2018). Las letras de las canciones evidencian que Moussa es un asiduo de los libros. Las referencias literarias y artísticas son constantes (Cézanne, Art Decó, la ínsula Barataria, el poeta Drummond de Andrade) y es capaz de encajar sin despeinarse palabras como obituario, sinople, ostracismo, pericardio, clorofila o cian. Su mérito, claro, está en incluir todo eso y que el conjunto se resulte natural, que no chirríe ni asome un ápice de pedantería por ninguna esquina. Eso cuando el texto no es directamente pura poesía, como ocurre en “Dibújalo antes”.

En lo musical, la gama de matices que aportan principalmente los sintes y los teclados confieren a los diez cortes un toque alucinado y fantástico. Hay un punto de animada extravagancia en las atmósferas que recrean, como de fondo marino, canciones como peces que palpitan entre los restos de antiguos naufragios. A veces suena tribal; otras, una pincelada tropical, y siempre colorista como un cuadro de Cézanne. Y la alucinación alcanza el culmen con la ayuda de un bombardino y una trompeta desenfrenados en “Amor de Java”.
Si te metes en la cocina a batir al ritmo trotón y la ironía de “No estás a mi lado” o a hornear al de la belleza que desprende el instrumental que da nombre al disco, nada puede salir mal. Y el pastel de cabracho seguirá siendo un plato estrella mientras los días tengan mañana, tarde y noche.

Twitter: @goghumo

Compartir:

Comentarios