FRANQUISMO, TRANSICIÓN Y MÚSICA: MARTÍN DE LA PLAZA Y SU BAÚL DE LOS RECUERDOS

FRANQUISMO, TRANSICIÓN Y MÚSICA: MARTÍN DE LA PLAZA Y SU BAÚL DE LOS RECUERDOS

Martin de la plaza 650En el baúl de los recuerdos de Martín de La Plaza (61) sobreviven todo tipo de reliquias. Memorias del ayer de un madrileño de grata conversación que ha vivido desde dentro cuatro décadas de creación musical en España. De familia de clase media y con gran gusto por la música, su infancia fue culturalmente ecléctica; en el tocadiscos familiar sonaban desde Elvis Presley y los Beatles hasta Maria Callas, Victoria de los Ángeles o La Niña de la Puebla.

El 3 de marzo de 1973 entró en Hispavox como ayudante del director de internacional “después de estar dos o tres meses dando tumbos por allí, viendo todos los departamentos y cómo funcionaba la empresa”. Lo cierto es que, plenamente convencido, había enviado cartas a todas las discográficas del país solicitando un puesto que finalmente consiguió, y gracias a ello por aquel entonces se relacionó con Diana Ross, Barbra Streisand, The Rolling Stones, Pink Floyd, Tina Turner, Sheena Easton, Prince, Olivia Newton John, Mari TriniJoan Manuel Serrat o Juliette Gréco.

Aprovechando sus conocimientos, a lo largo de estos años ha escrito las biografías de Conchita Piquer (Alianza Editorial, 2001), el Maestro Quiroga (Alianza Editorial, 2002) e Imperio Argentina (Alianza Editorial, 2003) y actualmente prepara un nuevo trabajo en el que cuenta mil y una andanzas acontecidas durante sus más de cuarenta años rodeado de discos. “Soy historiador de la música, pero mis tres especialidades no tienen nada que ver: la música negra, la ópera y la canción española. Aparte investigo y tengo grandes archivos sobre el rock, el pop y sobre muchas otras cosas”, comenta. Y aunque pueda parecer que poco tienen en común, de la Plaza no duda que la relación de tales gustos quizá esté en que “el soul y el rhythm & blues fueron en Estados Unidos lo que aquí la canción española”.

En España nunca hubo mucha cultura musical, este país nunca se ha preocupado por ello. En los colegios de los años 50, 60 y 70 no se estudiaba música, como sí lo hacían en Francia, Holanda, Inglaterra o Estados Unidos”, recuerda. “Desde finales del siglo XIX hasta principios de la década de los 50 del siglo XX, la música pop en este país era la canción española. Los artistas que había en Estados Unidos en los años 40 como Dinah Washington, Billie Holiday y toda esta gente, aquí eran Concha Piquer, Juanita Reina y Miguel de Molina. Los grandes conciertos, lo que se escuchaba en la radio y lo que tocaban en las salas de fiesta era de estos artistas. La canción española fue el origen de la canción melódica española”, comenta de la Plaza.

En España, quitando los grandísimos números uno en Estados Unidos de Neil Sedaka, Paul Anka, Elvis Presley o así, la mayoría de los discos no se publicaban. Aquí lo que salían eran versiones de esas canciones. Por ejemplo las canciones de The Platters aquí eran éxitos en las versiones que graban Los 5 Latinos (y en otros casos Los Teen Tops y otros grupos y artistas) en castellano. ‘Tell him’, que era número uno en todo el mundo por The Exciters, resulta que aquí fue éxito como ‘Dile’ de Rosalía”, cuenta. Estamos hablando de que aproximadamente el 80% de la producción musical proveniente del extranjero no se editaba en nuestro país. “’Mariquilla’ de José Luis y su Guitarra fue uno de los primeros éxitos del pop español auténtico, compuesto aquí”, puntualiza entonces.

De La Plaza asegura que en España hasta principios de los 70 no se empezaron a vender discos masivamente. “El primer disco de oro que hubo en España fue en 1971 ‘Amores’ (Hispavox, 1970) de Mari Trini, que logró vender cincuenta mil ejemplares. Hasta ese año ningún disco en España había vendido cincuenta mil, ni The Beatles ni nadie”. Y es que, a finales de los 70, un exitazo en España significaba vender veinte mil LP que, dicho sea de paso, “aquí se editaban poquísimos porque no se vendían. En los años 50 y hasta bien entrados los 60 a lo mejor tocadiscos no había ni en el 10% de los hogares españoles. En 1973 un equipo ‘normalito’ de música podía costar tres o cuatro veces un sueldo normal ‘tirando a bien’. Es decir, podías ganar diez mil pesetas al mes, pero el equipo llegaba a costar más de treinta mil. Tienes ahí al Dúo Dinámico que sacaron muchísimos EP de cuatro canciones, que era lo que se vendía en este país. Gelu del año 1962 al año 1969 fue la artista femenina que más discos vendió en España y nunca se editó un LP de ella”.

En el año 1967 fue cuando empezaron a sacar singles como locos, porque casi por el mismo precio del EP, en lugar de cuatro canciones, estabas dando dos. Meter una sola canción en una cara, en el mismo volumen en que antes metías dos canciones, significaba que el sonido era tres veces mayor en un single que en un EP”. Aunque con los singles ya se había hecho la prueba. “En España los primeros singles se editaron en 1962, pero no funcionaron. A principios de los 70 fue cuando ya los tocadiscos fueron mucho más baratos y los jóvenes pudieron acceder a ellos, pues anteriormente sólo la gente mayor, que eran quienes tenían mayor poder adquisitivo, tenían acceso. Esto se manifestaba en el catálogo ofertado, en el que estaban la orquesta de Paul Mauriat, Ray Conniff, Andre Kostelanetz o Caravelli, entre otros. Para el año 1972 se dejó de fabricar EP porque era ya una cosa obsoleta y antigua”.

A partir de 1975 la censura, presente hasta entonces, se volvió muy permisiva. Tanto así que ese año se estrenó en el Teatro Alcalá Palace de Madrid el musical “Jesucristo Superstar”, prohibido en España desde 1971. En los últimos dos años y medio de la censura el 50% de las cosas que anteriormente hubiesen prohibido las pasaron. Dejaron editar muchos libros, se estrenaron películas de Pasolini y Visconti, que estaban súper prohibidas, y fue cuando desapareció la censura que estalló el “boom” de la canción protesta.

Martin de la Plaza (izq) y Nick Mason - Pink Floyd (derecha)
Martin de la Plaza (izq) y Nick Mason – Pink Floyd (derecha)

Había muchas canciones que tenían un componente para meterse contra la dictadura de Franco. Lo que pasa es que era una dictadura muy férrea y tenían que camuflarlo”, comenta haciendo alusión a Víctor Manuel y Luis Eduardo Aute, cantautores contestatarios en los 60. “La primera canción oficial que hubo en este país metiéndose contra el franquismo fue la de ‘Deja la flor’ de Massiel. La censura no se dio cuenta que su mensaje iba contra el régimen, parecía que era romántica y no era romántica”.

Se hacían cosas ridículas, por ejemplo, “si Hispavox sacaba un disco, Columbia sacaba la misma canción por otro artista y RCA la volvía a sacar por otro, no importaba que una compañía hubiese llevado la letra a la censura y la hubiesen aprobado, las demás también tenían que hacerlo”. Es decir, que se solía dar el caso de que la misma canción podía ser autorizada o prohibida dependiendo de cómo pillara a los censores y el grupo que la evaluara.

Había diferentes prohibiciones, si la canción tenía un lado pecaminoso o subversivo a lo mejor prohibían radiarla o ponerla en salas de fiesta, aunque se podía sacar el disco. Había una prohibición total que impedía editar el disco bajo ningún concepto y había otra en la que te prohibían una palabra que iba en el estribillo o una frase, como fue en el ‘American Pie’ de Don McLean en 1971. El estribillo nombraba a ‘el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo’. La censura en un tema de ocho minutos la prohibió. Era nº1 en todo el mundo y en España salió el single y el LP con meses de retraso. La única forma que hubo de sacar el disco fue tuviera un pitido de seis o siete segundos tapando esa frase. Hubo que hacerlo, llevarlo a la censura para que lo aceptaran y aceptaron, porque así se notaba que había algo que era malo y que se había eliminado aposta. En España fue en el único país del mundo que el disco salió así”, comenta como anécdota.

Estando en Ariola pasó lo mismo con el ‘Thick as a Brick’ (Chrysalis, 1972) de Jethro Tull. Resulta que el disco tenía siete canciones y la censura prohibió cinco. Un día tuve que llamar a Inglaterra a Island y decirles: ‘señores, no vamos a sacar el disco’. Contestaron: ‘Lo tienes que sacar porque es nº 1 en todo el mundo’. En España hasta 1977 en los contratos había unas cláusulas especiales en las cuales se hablaba del problema que existía con la censura. Como querían que saliera, dijeron que no nos preocupáramos y un día me llamaron y me dijeron: ‘Oye, que tenemos la solución, os hemos mandado una cinta urgentemente para que la escuchéis y si os parece bien que lo apañéis con los dos temas originales que tenéis del LP y otros seis más que os manda Ian Anderson. Hacéis el LP con la misma portada, el mismo título, pero le cambiáis la contraportada y los créditos’. Resulta que al final salió el ‘Thick as a Brick’, veías el LP igual, pero era un LP inédito que solamente se publicó en España.

Y algo similar pasó con el “Sticky Fingers” (Virgin, 1971) de The Rolling Stones. “Era el de la portada que hizo Andy Warhol de la cintura de un tío al que le abrías la cremallera y se veían los calzoncillos. La censura lo prohibió. Aquí se hizo una portada que era una lata de mermelada de donde salía una mano de dentro pringosa llena de mermelada, por eso de ‘Sticky Fingers’ (‘Dedos pegajosos’) y fue el único país del mundo donde el disco tenía una portada que no tenía nada que ver con la original. Me acuerdo que cuando me iba a Inglaterra me llevaba diez o doce LPs de Jethro Tull y otros diez o doce de The Rolling Stones, me iba a tiendas de intercambio y coleccionistas y me venía con un cargamento de cien discos que me los habían cambiado por aquellos veinte. Los coleccionistas iban como locos detrás de esos dos discos”, recuerda.

Los problemas de la censura, el por qué en una época no se editaban nada más que EP y esas cosas normalmente la gente de la calle no lo sabe. Lo sé yo como ayudante de internacional en Hispavox y luego como director de internacional en Ariola, a partir del año 75. Una de las partes de mi trabajo era encargarme de la censura y todo eso va en el libro que estoy preparando. Cada capítulo incluirá varios artistas, para no hablar solamente de un artista y adentrarnos mejor en la historia de la música en España”, concluye.

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