«EN EL INFIERNO TAMBIÉN ESCUCHAN ROCK» (LETRAME, 2019) MIGUEL ALFÉREZ CANÓS)

«EN EL INFIERNO TAMBIÉN ESCUCHAN ROCK» (LETRAME, 2019) MIGUEL ALFÉREZ CANÓS)

“EN EL INFIERNO TAMBIÉN ESCUCHAN ROCK” (LETRAME, 2019). MIGUEL ALFÉREZ CANÓS

 

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Dice Miguel Alférez, batería de Decibelios al que ya tuvimos ocasión de entrevistar en nuestra sección Punk ¿Qué Punk?, que con este libro no pretende presentar una guía musical para el turista despistado, sino que se trata más bien del repaso tras 66 años de vida. Y así es, porque no escatima espacio ni esfuerzo para, por ejemplo, situar los avatares familiares en su infancia, cuando sus padres le llevaron a él, a sus dos hermanos y hermana a vivir a Francia. Sabremos igualmente de sus comienzos laborales, vueltos ya a Barcelona, en la editorial de tebeos en la que trabajaba su padre, o en trabajos de metalistería y carpintería del aluminio, o de su servicio militar.

Pero, como bien reconoce desde un principio, sus inclinaciones musicales terminarían marcando definitivamente su actividad principal. Primero en Decibelios, donde también militaría su hermano Manuel como bajista, y luego en una serie de proyectos diferentes como RivoltaAñade este contenido o Subtrabelios, en el que se juntaría con miembros de Brighton 64 en un caso, y de La Banda Trapera del Río y Subterranean Kids en otro. También llegó a oficiar de promotor de conciertos y de agente o mánager de bandas.

Impone un estilo directo y sincero en su narración, sin ocultarse ni cuando la ocasión requiere solicitar disculpas a quienes pudo molestar ni cuando se trata de exponer de manera franca y honesta su parecer ante situaciones complicadas. Subyuga y convence pues con la resolución de los momentos más espinosos a partir de la simple exposición de su visión cuando tocó intercambiar pareces distintos con compañeros de formación (Fray en los mismos Decibelios o Albert Gil en Rivolta) o vivir momentos especialmente delicados, como por ejemplo, los acontecimientos vividos en la grabación en directo del «Vivo’s 88» (DRO, 1988).

Sirve asimismo esta crónica para comprobar lo amplio del espectro de amistades que ha tenido de siempre Miguel. Quien pensara que el círculo de las mismas se iba a ver restringido por lo radical de la propuesta musical de Decibelios en su momento, estaría pecando de desconocimiento, tanto del carácter de nuestro protagonista como del ambiente que se respiraba en la escena de los primeros 80. En la larga lista de personajes que aparecen en órbitas cercanas están Loquillo, Manolo García (El Último de la Fila) o Morfi Grei.

El cantante de La Trapera es además autor del prólogo con el que se abre el libro, en el que, entre otras cosas, se encarga de resaltar el nexo de unión entre la mítica banda de Cornellá con Decibelios, que viniendo de El Prat de Llobregat, se convertían igualmente en «altavoz del lumpen» del extrarradio de Barcelona. Si bien no funcionó en su momento la prueba que hizo Miguel para el puesto de batería de La Trapera, los caminos de los dos hermanos Alférez se terminaría cruzando ineludiblemente con el de Morfi cuando pusieron en marcha Subtrabelios.

Otra de las asociaciones claves para el devenir de Decibelios fue la que establecieron con DRO. La visita que hiciera Miguel para convencer a Servando Carballar (El Aviador Dro y sus Obreros Especializados, Los Iniciados)  de editar el que a la postre sería el sencillo de debut de la banda, «Paletas Putrefactos» (DRO, 1982), no hizo sino iniciar otra de las relaciones más estables y fructíferas que mantuvo la banda. El sello madrileño no sólo les sirvió de rampa de lanzamiento, sino que fue en su catálogo donde sacaron el grueso de su discografía. Con ellos se vivieron grandes momentos, divertidas anécdotas (algunas no incluidas en el texto como la interpretación conjunta del «Monkey man» en una actuación para la televisión) pero, sobre todo, se lidió con situaciones especialmente duras, como cuando tuvieron que destruir toda la tirada del «Vacaciones en el Prat» (DRO, 1986) y costear una multa millonaria tras la denuncia de los herederos de Manuel Álvarez «Maciste» por haber incluido una versión del «Angelitos negros«.

También cuenta Miguel Alférez del emparejamiento con Rosendo (al que escogieron en vez de a Ramoncín, que era quien le ofrecía el sello Twins) a la hora de producir su último disco «Con el Tiempo y una Caña» (Twins, 1989). Al contrario de lo que se hubiera pensado en un primer momento, el grupo funcionó a las mil maravillas con el músico de Carabanchel, que les obligó a utilizar metrónomo y que resultó fundamental a la hora de desbloquear al batería con uno de los temas que se le resistía.

Poco hay que calle el autor, que con idéntica franqueza a la utilizada para lidiar con los momentos más espinosos, no tiene reparo en admitir que de lo que no va a tratar es de su etapa como mánager de Rumpelstinkin.

Libro que se termina rápido y que deja a uno con la certeza de que se trata de la crónica hecha por alguien que ha disfrutado de todo lo vivido.

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