Quiero Ser Santa

El segundo EP de la banda cumple, con creces, las expectativas que habían generado con su debut. Y es que, no sólo se consigue el que sería su mejor trabajo (con su canción más conocida), sino que, además, cada uno de los cuatro cortes incluidos representan en su máximo exponente los distintos recovecos explorados por la formación.

El primero de ellos, «Unidos», además de contar con una de las mejores letras que Nacho Canut firmara, se erige por derecho propio como el tema más asfixiante y claustrofóbico de su corta pero intensa discografía. El ritmo vertiginoso, el punk rabioso y la voz afilada de Benavente, que ya no canta, punza, provocan que el concepto siamés resulte más agobiante que nunca.

Casi sin respiro se sigue con «Yo no», quizás su tema más «comprometido», en el que nadie está a salvo de su grotesca visión de la sociedad. Convertidos en animales todos, de nuevo, la voz recitadora de Eduardo nos deforma en desagradables figuras a las que nadie se desearía parecer. Por si esto fuera poco, acertados coros retuercen más áun las imágenes para sumirnos es un estado de trance que da paso a «Quiero ser santa».

Sugerente y sexual, el tierno y dulce efebo retoza entre llagas y estigmas. Es esta canción el paradigma de la banda. Un bajo potente, un teclado espectral, una voz de ultratumba, unas guitarras desagarradoras (por cierto, colabora de nuevo Jaime Urrutia en este apartado)… y una letra acorde a todo ello. Sin duda el tema que mejor les representa, y que más ampollas levantaría, más que nada por aquello de excitarse con el anhelo de ser santa, vaya.

Se cierra el corto con «Un día en Texas». Potencia, adrenalina. Qué afterpunk ni afterpunk, punk sin ninguna letra de más. Vale, sí; la temática: «En el viejo matadero / se oye un ruido / ¡chirriante! / alguien hace horas extras / hay un fuerte olor a sangre».

Tremendo. Y me quedo corto.