L’Antartica

Haber pretendido hacer de nuevo otro «Orion’s Belt» (BCore, 2007) tres años después hubiera significado un auténtico suicidio, decía en la reseña de dicho disco. Así, tras un paréntesis oxigenante y rejuvenecedor, los Madee llegan con aires renovados para traernos un disco que se aleja del sonido emo-rock noventero para entregarnos una colección de canciones de pop amable, algunas de ellas de las más intimistas realizadas por los de Cabrils. No obstante, Ramón afirma que el disco es «una declaración de amor bestial, una cruzada personal para recuperar a alguien muy querido».

Al sonido típico de la banda, con profusión de guitarras, se unen nuevos instrumentos, apareciendo vientos y arreglos oníricos, de cuento con nieve y frío, sobre todo en el inicio del disco. La nueva fórmula, funciona, pero a medias. Por un lado, y aun conteniendo grandes canciones, resulta inevitable echar en falta algo más de la energía de entregas anteriores. Por otra, el disco se hace bastante monótono y el discurso acaba aburriéndonos, aún contando con todos los elementos para que suceda lo contrario: grandes músicos, gran voz, e incluso un puñadito de canciones bien majas. Falta algo de chispa.

Pero no quiero decir con ello, ni mucho menos, que este haya sido un paso en falso, sino que lo veo como un punto de inflexión hacia la creación de un nuevo trabajo excepcional que les permita reposicionarse en nuestra escena, en la cual ocupaban un hueco con su original propuesta. Como digo, no es un mal trabajo y  ni siquiera creo que haya ni muchos menos decepcionado a sus seguidores más habituales, pues cuenta con canciones que sin duda pasan al repertorio clásico de la banda desde un primer instante, como la tripleta que abre el disco (curioso es los grandes inicios de disco de Madee).