En un Mercado Persa

Con un sonido instrumental elegante, Los Sonor afrontan el que sería su disco de despedida. Su música suena mejor grabada que nunca; sin embargo, falta algo; ese algo indefinible que se transmite al oyente desde las estrías de un vinilo, llámese garra, ilusión, originalidad o como se quiera.

De las cuatro canciones, dos son adaptaciones de sendos temas archiconocidos en la música clásica; vamos, dos clásicos populares. “En un mercado persa”, tema descriptivo del compositor inglés Ketelbey del que el grupo sale airoso, creando distintos ambientes: el de la visita de los camelleros al zoco protagonizado por el órgano y las cuerdas graves de la guitarra, el de la llegada del califa simplificado en un riff de guitarra y la parte más lenta del encuentro entre el califa y su favorita con un punteo de guitarra junto al puente para rematar con el ritmo desenfrenado de la algarabía de los vendedores. En dos minutos y medio no cabe más, aunque hay que tener en cuenta que hay muchos pasajes recortados, pues la pieza clásica de referencia anda por los cinco minutos de duración. El otro guiño a lo clásico está construido sobre un romántico tema de Brahms con un coro a boca cerrada, en plan «uuh uu uuh uu» desarrollando la melodía.

También usando la boca cerrada como un instrumento más se desarrolla “Mistery wave”, el tema más breve y anodino del disco.

En 1962 Los Sonor grababan “Sole twist” usando una típica canción para acompañar marchas campestres. Ahora vuelven a grabarla como un tema instrumental, retomando su título original de “Soledad”. Un medio tiempo con buenas aportaciones del órgano.

En suma un disco con una elaborada pieza al principio y otras tres de puro relleno, que evidencia que Los Sonor, tras cinco años y quince discos de andadura pedían a gritos su renovación o su desaparición, no por falta de calidad, sino por falta de ideas y porque la música española enfilaba otros rumbos bien distintos.