El Primero Era Mejor

Tras el exitoso debut de “Ortopedias Bonitas” (La Colazione / Strange Ones, 2007) a Manos de Topo se les presentaba la difícil misión de sacar adelante un disco con mucha expectación. En su contra jugaba ese éxito, la desaparición del factor sorpresa de la forma llorona de cantar del vocalista Miguel Angel Blanca y que, en definitiva en la era de Internet las cosas se queman a velocidad de vértigo. A su favor jugaba que el resultado a superar tampoco era muy grande.

Quizá para cubrirse en salud titularon al disco “El Primero era Mejor” (Strange Ones, 2009), un título imagino que chistoso digno de unos Inhumanos en horas bajas. Sin haber grandes cambios, sí que hay mejoras claras. La pobreza instrumental del primer disco es dejada de lado y el trabajo en este campo es muy superior al de aquellas canciones que parecían maquetas. Un ejemplo de esto es “Lógico que salga mal” en el que el despliegue de unos arreglos de viento que en el disco anterior eran apenas apuntados enriquece la composición a un nivel más que estimable. También está por encima de la media el tema que abre el disco “Aeropuertos de segunda” con un cierto aire de parodia del country gracias a los coros.

El problema viene del mismo sitio que el anterior. La incapacidad de no superar la raya entre la ironía y el mal gusto. Temas que no van a ningún lado como “El pollo frito” o la horrorosa “Tortilla” pesan y restan demasiado en el resultado final. Buscando una temática no demasiado alejada a la de Los Planetas más estándar y en piloto automático (las soflamas sobre las desgracias del amor, el despecho sentimental una cierta miserabilidad de folletín), lo que se supone que distingue al grupo, que es la irritante forma de cantar del vocalista, queda superado en la primera escucha y más si se conocía el trabajo anterior.

Se agradece mucho el esfuerzo de esa mayor amplitud instrumental aún siendo con los mismos elementos (metalófonos, vientos, cuerdas, bajos marcados) pero de nuevo la desesperación por epatar al oyente parece nublar la posibilidad de desechar lo inservible y quedarse con lo valioso.