Somos Otra Cosa

Somos Otra Cosa

Tras el paso adelante de “Discazo” (Subterfuge, 2004) en el que se pulía todo lo que era L-Kan dejando de lado lo malo e investigando en lo mejor, el grupo parece empeñado en la búsqueda de cierto reconocimiento de su música y dota este cuarto intento de un sonido inequívocamente más maduro y ese adjetivo tan maleable como es “adulto”. También las letras parecen buscar lo mismo. Y lo mejor es que lo consiguen. Lo que no significa que el triunfo del disco sea absoluto.

Por primera vez el sonido está cuidado con mimo (no está mal para casi una década de carrera), las canciones son prolijas en arreglos y no puros esqueletos como antes ocurría y la producción roza por momentos lo excelente. Un ejemplo de esto es la excelente “Todo lo que no”, primer single del disco y la mejor canción que han compuesto hasta la fecha. Aunque tiene un pero no menor: es un reflejo hasta límites de la confusión en el espejo de los mejores Astrud (los de los dos primeros discos). Y esto se repite a lo largo de la entrega. Unas composiciones buenas, incluso muy buenas pero ni rastro de la personalidad que se habían ido forjando durante casi dos lustros. El título “Somos Otra Cosa” adquiere un matiz irónico más que el pretendidamente reivindicativo.

¿Es eso malo? Pues es una cuestión de matiz, aunque para el que suscribe estas líneas no demasiado. El resultado es positivo, por momentos excelente, pero podría venir firmado por cualquier otro grupo, cosa imposible de decir de sus anteriores trabajos, llenos de irregularidad pero rebosantes de personalidad propia. Porque aunque se les englobase en la indefinición del tonti-pop no había ningún grupo similar a ellos.

Más curioso aún es que los momentos más identificables como “más L-Kan” se encuentran entre los peores. La flojísima “Me hago buzo” y la infame “Yo os comprendo”, una especie de aproximación al country sui generis. Esto no quiere decir que se acerque a iconoclastas del género. Que ninguno se imagine a Will Oldham, a Smog, a Dixie Chicks, a Dylan o siquiera a Billy Ray Cirus. No. La canción es una mezcla entre Dinamita Pa los Pollos y “La yenka”. O esa jota tecno-pop titulada “Un verano muermo”. Otras canciones parecen hechas sólo para provocar la pregunta de entrevistadores perezosos como “Mi iPod y yo”, que pone en bandeja la pregunta chorra de: “¿Qué llevas en tu iPod?” (que se ha hecho con asiduidad durante la promoción del disco).

Eso sí. El disco esconde otras joyas además de “Todo lo que no”, como “Bailan”, presentada como candidata a Eurovisión en la fase previa del concurso y, sobre todo, la otra gema del álbum, la extraordinaria y curiosa “Pobrecilla”. Como en el caso de “Todo lo que no” y su evocación del universo de Astrud, en este caso parecen reflejarse en uno de los grupos surgidos en los últimos tiempos, También a su favor que por fin se decidan a podar el minutaje y dejar fuera muchas canciones que no parecen otra cosa que descartes. Sólo once temas que impiden al disco llegar a agotar y aburrir como sí pasaba en los anteriores.

Sin embargo, el trabajo se cierra con una innecesaria versión de la maravillosa “Normas de equivocación” de los misteriosos Esmeralda Tuk y los Perros de La Luna, incluida en el disco recopilatorio “Otras Formas de Vida” (Federación de Universos Pop, 1999), donde debutó L-Kan. Al menos sirve como reivindicación de una banda desconocida y maldita con mucho que ofrecer en sus inocentes y curiosas miniaturas góticas.

Grupo:

Mientras se montaba la adaptación teatral de...

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Tracklist:

  1. Todo lo que no
  2. Me hago buzo
  3. Echo de menos
  4. Señora
  5. Pobrecilla
  6. Bailan
  7. Yo os comprendo a todos
  8. Mi iPod y yo
  9. No puedo más
  10. Un verano muermo
  11. Normas de equivocación

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