Ritmo de Sangre

Ritmo de Sangre

Dos años después de la primera irrupción de Los Chatarreros en el telar del rock del sueño, tras “Tormenta de Tormento” (Triquinoise, 1991) aparece otra obra inconmensurable en su trilogía: “Ritmo de Sangre” (Triquinoise, 1993).

A esta nueva encarnación hay que sumar un cambio en la percusión, esta vez toca Alicia Salguero, antigua batería de Las Vírgenes y Los Labios; también se suma Javier Almendral de Vírgenes Adolescentes, Demonios tus Ojos, Los Labios, Los Hermanos Bastardos de Michael Jackson y Mate Almendral a la guitarra eléctrica (haciendo un total de tres guitarristas en el disco) y Luis González, antiguo componente de Mar Otra Vez, vocalista y bajista de Amor Sucio, componente de La Red y Noviembre Rojo, dueño del sello discográfico y tienda Hall of Fame y que sigue tocando con su grupo Caballero Reynaldo.

El disco comienza con un viaje de veintiún minutos y veintiún segundos llamado “El corazón de tu cabeza” que empieza con unos riffs aniquiladores, cortantes y repetitivos que nos acompañarán durante el resto del voyage… en perpetua concatenación se van sumando guitarras (hasta un total de seis diferentes) e instrumentos al paso que Corcobado va recitando nombres de Diosas. La canción estalla y aún asi sigue in crescendo, haciendo solamente un cambio en el tema donde es desbordante el número de guitarras: la suceso, la tormenta, la navaja, la sirena… junto a la poesía de Corcobado; nos hará flotar en el más bello de los miasmas de un glorioso pantano donde no se dejan de enumerar divas en la canción. Decir que en su propio interludio al llegar a Venus, la guitarra o quizás el bajo slide o bajo con bordonero de caja -difícil distinguir la realidad en este disco- suena como si las cuerdas fueran de madera y alguien tirase de ellas, sobrecogedor. La canción está dedicada a su hijo Nicolás, “Bienvenido al mundo muchacho, Bésalo y Destrúyelo”. Y como el mismo Corcobado dice “Esta canción es un explorador”. La canción acaba con un violento vórtice de guitarras.

El siguiente tema es “Cruz de Respiración” donde una guitarra rasguea y otra da un sonido que parece una ¿luz?, ¿un destello? Aparece luego otra punteando ruido, todas suben y bajan sin parar hasta que llega el hálito de Corcobado como introducción final; a partir de aquí no estamos salvados sino infectados y tatuados de belleza para siempre… Más cambios, distorsiones y, acabando el tema, una melodía de vientos acústicos y una letanía que nos dice “En la cruz de nuestra respiración”.

“Dos corazones”, es una balada con sonido a mar, guitarras acústicas, saxos. Aquí aparece otro tipo de guitarra -Mª Polución-. Canción de excelsitud poética y hermosa donde donde las haya en la cual las guitarras lloran y acarician: “Dicen que la perla tiene dos corazones, uno late rápido y el otro lento”.

“De noche”, cuya letra es del músico, escritor, locutor, traductor y periodista José-Luis Moreno Ruiz.es un viaje hermoso al fin de la misma, un encuentro en la verdad de nosotros, tema de tiempo medio que va subiendo entre susurros que parecen cantos en los estribillos, a los cuales se funden ritmos acústicos y eléctricos en perfecta conjunción de lo bello y doloroso: “Amor te espero junto al viento para rompernos el cuerpo en la última hoguera”.

En “Adiós estrellas del Dolor” un sigiloso bajo y el misterioso canto de Corcobado nos amenaza hasta que irrumpe un saxo soprano y una altísima guitarra acústica, llegando el estribillo con muelles de reverberación, una pandereta, un instrumento llamado fantasma… Un himno funerario egipcio paradójicamente mezclado con el salvaje oeste.

“Cicatrices en el cielo” comienza con un saxo tenor enfurecido, saltarín y convulsivo, ritmo de rock cavernoso, una guitarra de distorsión (o navaja) y la voz de Corcobado que empieza a cantar acabando su voz con tonos cincuenteros gospel o terminando sus poéticas en gritos de su alma donde se desgañita, para luego volver a girar a la más bella ternura a un ritmo con algo de vals para retornar a las cavernas del rock. Mencionar el extraño efecto que hace la voz en una de las partes que parece la garganta saliera volando tras un grito de veinte segundos. Canción que podría haber hecho Elvis si hubiera leído “El Libro Tibetano de los Muertos” (Padma Sambhava, s.XVIII). “Las Cicatrices del cielo, ya no llueven, ya no llueven, ya no llueven, ya no llueven…”

El séptimo tema, “Quemaba Roma Nerón”, es el más experimental del LP, abre con un saxo alto y con una enternecedora voz de Corcobado hablando sobre cómo “Quemaba Roma Nerón y lloraba de belleza su corazón” hasta que la tranquilidad es descuartizada por el alto pitido del saxo seguido de la guitarra sirena y navaja, más endemoniadas que nunca; también nombrar que hay arañazos literales como instrumentos, supongo que los golpes que daba a su guitarra por aquel entonces con un anillo de tuberías. Aquí Corcobado vomita su alma entre el noise rock al más puro estilo no wave con una poesía divina y enferma e ininterrumpida. Sólo hay algo de paz mundana en la canción cuando llega el estribillo tomado del principio, y tras repetir rocanroleramente durante tres veces la palabra “cosida” vuelve al torbellino delirante de la poesía y el ruido en donde se confunden los significados de la vida y la muerte y todas las palabras que quepan en este compendio surrealista.

Otro pequeño parón del caos para acabar la frase con otra repetición entre el golpear de los instrumentos entrometiéndose al ritmo de su voz. En este caso y con un tono puramente rock & roll dice: “Que está cortando tu cuello ya, tu cuello ya”. Con falsa y bella calma se va despidiendo entre los arañazos de los instrumentos cantando “Quemaba Roma Nerón y lloraba de belleza su corazón”.

Octavo y penúltimo tema, “Hiel de recuerdos”, la música compuesta en colaboración especial con Luis Glez. que acompaña también con voces, bajo wah-wah y guitarra acústica. Inicia la susodicha con una espiral eléctrica de guitarras a la que sigue el bajo con su sonido ondulante y la acústica a la par de la voz de Corcobado que en su misteriosa magia nos va envolviendo, con un ligero cambio de estribillos y un sonido que creemos que podría parecer gótico por momentos, pero que no lo es, sino simplemente la sobreimpresión, pues esta música va más allá de cualquier cliché o comparación: “Ojos y labios, párpados y dientes, dulces tridentes siembran mi suelo donde ya no hay melancolía, sólo la inmensa agonía de tu lejanía”

En “Berrido de corazón”, el último tema, el título ya nos aproxima a lo que vamos a encontrar como despedida, pues la canción es justamente eso, un berrido del corazón, sonoro y lírico. Empiezan los instrumentos a introducirse a la vez que ya va hilando su conjuro poético Corcobado, las palabras se van tropezando unas con otras y nuestra mente ya no está aquí… parece que los instrumentos quieren formar un ritmo pero se paran y ese es el ritmo-distorsión baja de fondos. Termina el primer verso y se empieza a desatar la furia, segundo verso con sólo el bajo como fondo, palabras finales del segundo verso- “En roto cantar”– a las que sigue un berrido de siete segundos; continúa con el primer estallido sonoro de la canción, que vuelve a virar y a tomar una velocidad diferente al retornar las palabras, al tanto que las guitarras se pelean con los bajos intentando besar sus propias palabras, vuelven más violentas las guitarras al nombrar a la muerte, y el verso final es un exorcismo contra esta. Termina esta parte y volvemos al estremecimiento sonoro primigenio del tema, la voz se levanta con fuerza apoyada por la de Javier Arnal y acaba con el grito de “El precioso berrido de tu corazón”, entrando en éxtasis final más el acabóse de los cuarenta y tres segundos de distorsión.

1000 dedos de alambre para toquetear el precioso berrido de tu corazón”

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Tracklist:

  1. El corazón de tu cabeza
  2. Cruz de respiración
  3. Dos corazones
  4. De noche
  5. Adiós estrellas del dolor
  6. Cicatrices en el cielo
  7. Quemaba Roma Nerón
  8. Hiel de recuerdos
  9. Berrido de corazón

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