Raphael es un animal de la música, dicho sea con respeto y admiración. Con más de 70 años a las espaldas se reinventa con este disco, anunciado a bombo y platillo. Un disco audaz en el que combina los lechos orquestales con la electrónica más moderna. Basta con escuchar, por ejemplo, la larga introducción y posterior desarrollo de temas tan trillados como “Yo soy aquel”.
El disco, dirigido por el joven músico y productor, Lucas Vidal, fue grabado entre Madrid (Estudios MGM) y Londres (Abbey Road Studios). A diferencia de otros nefastos refritos últimamente editados (Camilo Sesto), Raphael se expone y canta con su voz actual. Una voz lejana a aquel chorro incontenible de antaño, pero que guarda el regusto de una dicción personal. Un buen ejemplo de esto es la versión de “Los hombres lloran también” o el enorme esfuerzo de enfrentarse a un tema tan exigente como: “Hablemos del amor”.
Abusa de temas republicados no hace tanto, caso de “Mi gran noche”, cargado de gadgets electrónicos. Un CD honesto y hecho con muchos medios que no aporta nada a su vasto repertorio, pero que nos cuenta y canta de otra manera las historias que tantas veces nos ha contado.