En 2004 una desconocida cantautora, que se hacía llamar Bebe, llegaba para revolucionar la escena comercial nacional y sacarle pafuera todas las telarañas. Y sin precedente alguno, con un CV más bien desconocido, el debut de esta extremeña invadía, de la noche a la mañana, todas las emisoras patrias y alguna que otra de tierra extranejera.
Un single, “Malo”, sobre la violencia hacia las mujeres, quién sabe si por las desgraciadas circunstancias o ajeno a éstas, sea como fuere, lograba colarse como un remolino y con éste su autora. Una mujer de apariencia pequeña y quebradiza que tenía mucho de irreverente y poco o nada de frágil.
Tres discos de platino, cien semanas en la lista de superventas, cinco nominaciones a los Grammy (de los que lograría hacerse con el de Mejor Artista Reveleción) y una a los MTV varios Premios de la Música y el galardón Border Breaker de la Unión Europea, vienen a acreditar la trayectoria meteórica de este trabajo. Un éxito que llevó a su autora de gira durante dos años, recorriendo España, Europa y América.
¿Y que esconde “Pafuera Telarañas” (EMI, 2004)? Una fórmula colorista, callejera y directa, donde tiene cabida desde la fiesta verde de “Ska de la Tierra”, hasta la declaración de amor a capella que escribe “Razones” , pasando por todas las tonalidades del pop, alegre y periférico, pero con una huella distinta a la de siempre y unas canciones pegadizas de cómoda asimilación.
Bebe construye un disco inmediato donde nada se calla ni se esconde. Y siempre desde una perspectiva femenina indiscutible. El disco huele a nómada y a calle. A libertad con sonidos de la tierra y a mujer. Espolvoreando sonidos flamencos, itinerantes y gitanos, el disco, algo perdido en su inicio,crece en su parte final, con temas como “Revolvió” o “Como los olivos”, donde la extremeña se vuelve más lírica, más desnuda y más inspirada.