Mi Gran Noche

Raphael se las ingenia para sorprender en cada producción y estruja hasta límites insospechados su carrera y su repertorio. En 2013 iniciaba una gira de más de cien conciertos que le llevaría a recorrer América de cabo a rabo, España y Rusia. En plena gira el incombustible cantante celebró su setenta cumpleaños.

Acostumbrado a vender ingentes cantidades de discos, decide en principio no hacer ninguna publicación rutinaria, se pone el mundo por montera y coloca estas canciones en la plataforma iTunes. Únicamente se hace una tirada en CD a la venta tan sólo en sus conciertos. La fórmula funciona y de nuevo logra pingües beneficios. Posteriormente, de cara a las navidades de 2013 se publicó un cofre con tres CD que incluía estas canciones y otras de su carrera, de ahí el subtitulo de «los 50 éxitos de mi vida».

La idea central es la de volver a grabar canciones que en su momento pasaron desapercibidas dentro de la ingente cantidad de material registrado por el cantante y, de paso, obligar a su público a descubrirlas.

La producción, todo queda en casa, la lleva su hijo Manuel Martos junto a Jacobo Calderón y envuelven los añejos temas en un acompañamiento que suena muy americano, con profusión de vientos y guitarras dulcificadas dándoles el contrapunto. Una especie de moderna big band que endurece el habitual sonido del cantante, más vertido hacia la cuerda en otras ocasiones. Por encima de todo, divo absoluto un Raphael con menos facultades, pero con una experiencia infinta capaz de hacer con pocas notas una obra de arte.

El resultado es un todo compacto en la que brillan algunas gemas olvidadas como la casi rockera: «Si ha de ser así» , los aires de samba revisada de «Me gusta pensar en ti», en mi opinión la mejor de la serie o «Vive tu vida», que tiene un lejano aroma francés en la estrofa y dispara de forma demasiado previsible un estribillo pachanguero o la versión rhythm ‘n’ blues del clásico «Estuve enamorado» de los primeros años de su carrera.

No todas las piezas son así de felices. Algo tediosas resultan «Discúlpame» o «Los amantes», muy parecida a la «Delilah» de Tom Jones, en la que el cantante anda algo falto de extensión y el acompañamiento acelerado convierte un vals en jota en algún momento.

Dejo para el final la foto de la portada. Un guiño a otra de 1968 que figuró en los carteles que presentaron a Raphael en Londres.

En fin, un trabajo nada desdeñable en que de nuevo Raphael sabe no repetirse a sí mismo y eso después de más de medio siglo de carrera es de agradecer… y mucho.