La Leyenda del Espacio

La Leyenda del Espacio

Los Planetas se han caracterizado no sólo por ser el estandarte de la llamada música independiente o alternativa de este país, sino por su actitud profesional y su concepto de carrera como banda. Una regularidad matemática en la publicación de discos desde el ya lejano 1994 y su “Súper 8” (RCA, 1994), en el que sus fans, cada dos años, esperaban un nuevo disco. Un planteamiento de giras, de promoción respecto a la salida de nuevo material, de buscar siempre ir un paso más allá, y conseguir lo que ningún otro grupo en sus circunstancias había conseguido.

Tras la publicación del irregular “Contra la Ley de la Gravedad” (RCA, 2004) el grupo se encuentra en una encrucijada tan grande como en el momento de publicar “Una Semana en el Motor de un Autobús” (RCA, 1998). Un hartazgo o saturación de lo que significa ser Los Planetas, que muy a pesar de ellos mismos, es más que ser un simple grupo. Sus diferencias con su sello discográfico, o el varapalo crítico y de percepción de su último disco, dejan a la banda muy tocada. No se hace una gira como tal, no dan señales de vida tras dos años. Los rumores de separación, toda una constante en su carrera, esta vez parecen tener más fundamento: J emprende una aventura paralela junto a Manu Ferrón, miembro de su sello discográfico El Ejército Rojo (a la que luego se le van sumando otros integrantes) denominada en un principio Montero Castillo y Aguirre Suárez (jugadores del Granada F.C. durante los años 70), más tarde La Cultural Sol y Nieve, y al final Grupo de Expertos Solynieve, editando primero un EP y luego un excelente disco.

Con este grupo hace gira dando unos conciertos muy distendidos pero a la vez intensos. A J se le ve feliz y cómodo, recuperando el gusto por sentir la música como antes, cosa que se encarga de recalcar en cada entrevista. Hasta qué punto esta aventura es responsable del giro de 180 grados que dan Los planetas en “La Leyenda del Espacio” (RCA, 2007) es algo que queda a las interpretaciones. La reivindicación de otra forma de hacer las cosas, de una forma de ser y sentir sureña, y el creciente interés de J por la música de su tierra, darán en 2007 la aparición de un disco que de nuevo los sitúa en boca de todos, haciendo correr ríos de tinta, artículos, y portadas de prensa especializada y generalista.

Se escuchan rumores de que el disco va a tener una gran influencia del flamenco y que cada canción será la reinterpretación planetaria de un palo del mismo. El asombro y estupefacción no puede ser mayor ante tal anuncio.

Y el disco llega.

Es difícil enfrentarse a este álbum siendo un desconocedor de la carrera de los granadinos, pero casi es más complicado enfrentarse a él siendo un profundo conocedor de la misma. El impacto por lo nunca escuchado (ni en ellos ni, me atrevo a decir, en nadie) es abrumador. Desde un título retador, -una especie de otro lado del espejo de “La Leyenda del Tiempo” (Polygram, 1979) del revolucionario disco de Camarón de la Isla, que removió los cimientos del flamenco en los años 70-, a un contenido difícil de describir genéricamente, puesto que, por supuesto, no es un disco de flamenco, pero tampoco es un disco de rock, ni mucho menos de rock flamenco. Es un disco de Los Planetas. Pero tampoco es un disco más de Los Planetas.

No hay palmas, ni quejíos, ni rastro de los rasgos distintivos del flamenco, pero la rítmica de los palos, las estructuras de las canciones, la métrica, todo, absolutamente todo está estudiado al milímetro para que funcione de la manera que lo hace. Un lugar a parte hay que dedicar a la gran labor de Eric a la batería. Él, como miembro de Lagartija Nick, ya había participado en el mítico “Omega” (El Europeo, 1996) junto a Morente, y por lo tanto, desde esa base se fueron construyendo muchos de los temas. Se ha hablado de semejanzas y diferencias de estos dos discos, pero en realidad, poco, apenas nada, tienen que ver. “Omega” es una incursión de sonidos del rock dentro del mar del flamenco, que envuelve todo el proyecto, mientras que este disco es una inmersión del imaginario del flamenco en los Planetas, ni siquiera en el rock.

El disco se abre con la estremecedora “El canto del Bute”. Lo primero que escuchamos es “me estoy quedando sin fuerzas / sólo espero ya la muerte”. Y se cierra con un homenaje a un amigo muerto, el pinchadiscos barcelonés Sideral en la indescriptible “Tendrá que haber un camino”, interpretada en la voz rota de Enrique Morente. El círculo en forma de muerte se cierra más de una hora después.

Entre medias, una gozosa colección de canciones reconocibles, en la que elegir una para descartar otra es un acto complicado. El paso de gigante que representa este disco, la variedad, y, a la vez, uniformidad que posee. En él aparecen tanto ecos beatlelianos (el calco de She said” al inicio de “La verdulera”), como propios del hardcore (como en “El canto del Bute”), o explosiones de marasmos eléctricos. Auténticos muros de sonidos en espiral y psicodelia avant-garde como en una de las cumbres, “Negras las intenciones”.

También hay canciones reconocibles, bombas de relojería de las de siempre, como los sencillos “Reunión en la cumbre” , con J clamando una vez más contra las corporaciones que dominan el sistema, o “Alegrías del incendio”, adaptación de unas alegrías a un himno coreable en cualquiera de los excelentes conciertos de la gira que realizaron para este disco. Se da la circunstancia de que esta canción fue la primera que crearon, y debido a lo satisfechos que quedaron, pensaron en que la idea del disco podría no ser descabellada.

¿Alguna pega?. Quizá la prescindible “Si me diste la espalda”, con un hippismo que la hace chirriar dentro de un conjunto sin fisuras.

Un disco de purificación que podría resumirse en la redentora, canción de  culpa y renacimiento, “Ya no me asomo a la reja”, que actúa casi de metáfora del propio grupo, volviendo como en la película de “De Entre los Muertos” (Hitchcock, 1958).

La crítica del disco se hace complicada porque cada escucha sugiere que su asimilación es aún imposible, que el tiempo y su leyenda nos van a revelar algo que aún, por su complejidad, nos está vedado. Que es una obra que no pertenece a este momento ni a ningún otro. Que conecta el pasado y el futuro con un microchip del presente. Y tan importante o más: su identidad es tan absoluta que en ningún otro punto del planeta podría haber acontecido, lo que le confiere un halo todavía mayor de obra única por su marcada personalidad. Resumen de músicas con tradiciones centenarias, unidas a músicas con poco más de medio siglo de existencia, uniendo tiempo y espacio para dar de sí un disco que puede llegar a ser legendario.

Grupo:

Hablar, escribir sobre grupos o artistas insignes,...

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Tracklist:

  1. El canto del Bute (Tientos)
  2. Si estaba loco por ti (Verdiales)
  3. Reunión en la cumbre
  4. La verdulera (Mirabrás)
  5. Ya no me asomo a la reja (Fandangos)
  6. Negras las intenciones (Soleares)
  7. Si me diste la espalda
  8. Deseando una cosa (Cantiñas)
  9. Entre las flores del campo (Caracoles)
  10. La que vive en la carrera (Granaínas)
  11. Alegrías del incendio(Alegrías)
  12. Sol y sombra
  13. Tendrá que haber un camino (Cañas)

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