Homburg / ¡Qué Contento Estoy!

Disco que marca con toda claridad un viraje estilístico dentro del quehacer del grupo. Dos temas de grupos bien conocidos y reconocidos en su época: Procol Harum y The Cream. Los Gatos Negros van a alejarse del pop  y el rhytm´n´blues para acercarse ya desde la portada a la psicodelia y los primeros atisbos del rock progresivo.

Un piano preside la oscura “Homburg” que se arrastra con la suavidad de una serpiente y la rotundidad de un lento e inexorable elefante. Un tema lento que taladra al oyente con su rara belleza que debe mucho al clasicismo. El papel del cantante y los teclados realmente rayan a gran altura.

“¡Qué contento estoy!” clava el ambiente de Clapton, Baker y Bruce. Un blues moderno cargado de referencias instrumentales. Una voz entre cantante y recitador para un envoltorio de compleja instrumentación.

Para este disco el grupo ha hecho dos adquisiciones impagables. Un nuevo bajista, Frank Andrada, que procedía de Los Albas y del grupo de acompañamiento de Tony Ronald, un nuevo productor Ramón Ferrán, que había liderado un efímero grupo llamado Ramón 5, y un órgano, no me refiero al músico sino al instrumento. Carlos Maleras sustituye su viejo órgano Vox de sonido tan típico de los primeros 60 por un Hammond que, según cuenta la leyenda, se lo compró al mismo Brian Auger, uno de los iconos indiscutibles del blues y el rock jazz británicos. Ambas adquisiciones se notan para bien.