Hay un Lugar

Cada disco de Germán Carrascosa resulta un crisol de muchos aires y estilos.

Aires de guateque de otra época pasada de comienzo con los juegos de voces, coros y guitarras en «Hay un lugar«. Todo ese sentimiento bucólico y de ensueño que uno esperaría a partir de la suavidad melódica de la música contrasta con las referencias carcelarias de la letra, con mención a la impunidad con la que actúan policías y jefes.

Con «Roca china» se acerca al sonido de la fctoría Alehop! y de propuestas como las de Guiller Momonje. Tien un aire vaquero. Sin embargo «Yo no lo sé» tiene algo de las reiteraciones de aquel «Que me diga que le debo» de Siniestro Total. Con los gallegos ya les habíamos comparado en ocasiones anteriores, adaptando muy a su manera, las peculiaridades compositivas de aquellos para su propio universo.

La componente cercana al folclore y música de raíz juega un papel importante en el universo sonoro del navarro, algo que se pone de manifiesto en momentos como los de «La fuente«, «Potro a galope«, ya incluidas junto a «La basura me salvó la vida» en su momento en «Germán Carrascosa» (Walden, 2014), o el mismo «El padre Antón» que viene después, que aporta la crónica del sacerdote de pueblo, verdadero guerrillero de Cristo Rey.

Historias caseras en pro de la holgazanería de interior o de pequeños accidentes caseros como caerse al ir a dejar la basura a la calle, aportan asimismo una buena fuente de inspiración. «Viejo colchón» corresponde precisamente al primer caso y su buen hacer de melodías en guitarras y voces recuerda a propuestas como las de Le Mans. También de aires melancólicos como los de los donostiarras parece construida «Viejo hotel», la canción con la que dan cierre al disco.

Probablemente sea la capacidad que tienen de incorporar este tipo de historias en formarto de pequeñas píldoras de blues o rock clásico en apariencia ingenuas lo que más atractiva haga la propuesta. Veánse ejemplos de esto en «El gran flexo», con armónica y todo de fondo.