Carlos Cárcamo, parece haberse olvidado de sus flirteos con el folk y la música medieval para entregarse sin reparos al rock sinfónico, alejado de lo acústico y cada vez más refugiado en los teclados y protosintetizadores. El sonido ha ganado mucho y, por fin, Granada parece encontrarse con algo parecido a una definición estilística clara y sin excesivos bandazos.
La cara A está ocupada por una suite instrumental en cuatro movimientos perfectamente asimilable con formas de sinfonía clásica. Elementos jazzísticos y clásicos españoles coexisten sin problemas. Carlos y sus teclados han encontrado un perfecto cómplice en la excelente guitarra de Javier Monforte. Las cuatro partes de “El calor que pasamos este verano” conjugan el rock y el jazz, sin desdeñar un cierto aire cañí, especialmente en el primero de los cortes.
Para la cara B se graban tres temas independientes de más de siete minutos cada uno de ellos. ”Septiembre” es una pieza sugerente hecha a medida de los teclados de Carlos, que demuestra aquí su viertuosismo y su capacidad de pasar del novedoso mellotrón al superclásico clavicordio, sin olvidar su flauta, menos empleada en este disco que en el anterior. Un tema barroco y recargado plenamente homologable al rock sinfónico que desarrollaban teclistas de la época como Keith Emerson o Rick Wakeman.
“Noviembre florido” es un ejercicio de fusión con guitarra a lo Carlos Santana y piano acústico llevando el acompañamiento. El resultado es un tapiz sonoro suave, escasamente estridente y con un sabor español prestado por el uso de la guitarra flamenca hacia el final del desarrollo melódico. Con “Ahora vamos a ver que pasa”, Granada se desmarca un tanto del resto del disco para volver a planteamientos folk interpretando una especie de danza, que se alarga artificialmente a base de solos poco necesarios.