El Muchacho Eléctrico

Pues o alguien cortó la línea de alta tensión o no me lo explico. ¡Qué carajo! ¡De muchacho tampoco tiene nada!

Urrutia aprovecha el tirón de las críticas positivas de su «Patente de Corso»  (DRO, 2002) y su nuevo papel como solista para repetir fórmula. Con el mismo equipo y la misma idea de utilizar estilos diversos dentro de un mismo concepto (bossanova, toques brasileños, rock, pop, tango, tarantelas…) intenta obtener de nuevo los mismos buenos resultados, pero no. Las diferencias con su anterior disco son éstas; éste es un poco más rockero, menos optimista, las letras son inmensamente peores, y muchas de las canciones se hacen irremediablemente aburridas. ¡Ah! Que no se me olvide; la portada del disco es criminalmente horrible.

Urrutia homenajea a su amigo y admirado Eduardo Haro Ibars (se conocieron a través del hermano de Haro, Eugenio, con el que fue al colegio) y utiliza el título de un poema suyo para darle nombre al disco. Un disco, que, como decimos, es muy malo. Desde la primera canción, un rock bufonesco con citas sobre los maestros del rock ‘n’ roll (pobrecillos), pasando por la pavorosa oda a las rellenitas, “Maribel” (por la que fue acusado de reírse del colectivo obeso, cuando a Urrutia realmente le gustan así, con curvas, como a mí), la proterva “Pasimisí, pasimisá”, la política “(Saca tu culo) de aquí” (en referencia a atentados como el del 11-M o el de Londres), la cansada “Si la vida te lo da” (un tema del grupo valenciano La Rocka, al que ya saqueó en su anterior disco), la infernal y demoníaca “Dame más” (por favor, no) y la versión de “Azzurro” (tema mítico de Paolo Conte, que ya fue versionada por Adriano Celentano y por Luis Aguilé, el de las corbatas XXL).

Vamos a salvar de la hoguera cuatro temas; “Nada por aquí”, que al principio parece Kula Shaker, con la colaboración de un más Raphael que nunca Enrique Bunbury. Es un tema oscurete con su contenido crítico y su estribillo de mago. “Pitusa”, basada en «Fortunata y Jacinta» (1886), de Benito Pérez Galdós. “Cariño”, un rock gabinetero más que acertado, y “El hombre que hay en mí” con una letra inspirada y un sabor Dylan agradable, que no intenso.

Nota; Muy deficiente. Puede y debe mejorar.