El Hombre que Amaré

«El Hombre que Amaré» (La Rosa, 1986) supone un soplo de originalidad y frescura en la escena rockabilly de los años 80 del pasado siglo, que carecía de bandas que profundizasen en las raíces del rock and roll, voluntad que Los Tornados dejan clara desde la misma contraportada en la que aparece la dedicatoria: «A todos los fans que les gusta el verdadero rock and roll».

Este sonido acústico, de regreso a los orígenes, y que hoy es muy habitual en las bandas de la escena rockabilly, incluso llegando al gran público con el llamado sonido vintage de bandas como Kitty, Daisy & Lewis, entonces era algo poco menos que marciano. La idea que se tenía de rockabilly era totalmente distinta, y los técnicos de sonido desconocían por completo el estilo, lo que llevó a Anabel, la cantante, a declarar lo siguiente: «Hay técnicos que no han escuchado en su vida rock and roll y creen que son fallos lo que son efectos”.

Tal es así que los músicos les llevaban discos de la Sun para mostrar el sonido que querían conseguir, mientras, para los técnicos, todo hacía «ruidos raros«; la caja, la guitarra acústica, el slap en elcontrabajo…

Al final, el resultado sí recoge más o menos lo que el grupo quiere, y nos muestra, con sonido muy limpio, casi acústico, cinco canciones propias y una adaptación del «The woman I need» de Johnny Horton, traducida como «El hombre que amaré». En todas ellas destacan, sobre todo, la poderosa voz de Anabel Moreno, realmente perfecta para interpretar este estilo de música, así como el buen gusto y la cultura musical de la que Los Tornados hacen gala en todo momento.

Se incluye también un instrumental, el sensacional «Por amor a Anabel«, que junto con grandes canciones como «Chico de lujo«, «Indeciso» o «Has vuelto hoy», y un nivel medio más que notable, configuran uno de los mejores discos de rockabilly que se han editado en nuestro país y, seguramente, el mejor de la década de los 80.

Sin embargo, pasó relativamente desapercibido más allá de cierto éxito underground ya que a pesar de ser bien recibido por la crítica, los gustos del público, incluso el de la escena rocker, iban por otros derroteros.