El Espíritu del Vino

El Espíritu del Vino

(Planteamiento)

Muchos grupos de éxito, y tras la edición de su disco de consagración, para su siguiente trabajo discográfico tienen cierta necesidad de poner toda la carne en el asador y, por decirlo alguna forma, trascender en la historia de la música. Esto se suele traducir en discos más ambiciosos tanto en su elaboración como en su ejecución. El ejemplo más famoso podría ser el paso cuantitativo que hay de “Revolver” (EMI, 1966) a “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”  (EMI, 1967) en el caso de The Beatles -aunque no les faltaría razón a los que dijeran lo mismo del paso de “Rubber Soul” (EMI, 1966) al citado “Revolver”-. Otro caso más cercano en el tiempo es la diferencia del excelente “Nothing’s Shocking” (Warner Bros, 1988) al mítico “Ritual de lo Habitual” (Warner Bros, 1990) de Jane’s Addiction. En general, se trata de discos donde las composiciones son más complejas y el número de instrumentos es directamente proporcional a esa complejidad (lo cual suele traducirse en usar instrumentos de cuerda o, últimamente, instrumentos electrónicos). Los resultados finales de estas ambiciosas obras, pese a los eminentes ejemplos puestos, son irregulares.

(Nudo)

Repitiendo con Phil Manzanera en la producción, Héroes del Silencio se embarcan en su primer disco doble. Aprovechando la tranquilidad y la confianza que el ex-Roxy Music les transmite desde la mesa de mezclas, durante diciembre de 1992 se graba en Londres lo que se llamará “El Espíritu del Vino” (EMI, 1993), tercer álbum del grupo español y, para muchos, su obra magna.

O por lo menos esa es la intención: el crear una obra “magna”, ya que si hay algo que está presente en todo momento en el disco es el exceso. “El Espíritu del Vino” celebra el descontrol en todas sus facetas. Por un lado en la producción misma, reforzada intencionadamente. También el sonido es más “excesivo”. El grupo se acerca cada vez más a ese tono hard rock que ya probaron en algunos cortes de “Senderos de Traición”  (EMI, 1990) (sobre todo en “Entre dos tierras” y “Decadencia”) y que abrazarán completamente en su cuarto disco, “Avalancha”  (EMI, 1995).

El riff oscuro (y casi metálico) con que empieza “Nuestros nombres”, tema que abre el LP, es buena muestra de ello. No le irán a la zaga otras canciones de rock puro, como “El camino del exceso” o “Burbujas de sangre hirviendo” (un título perfecto para la novela romántica jamás escrita por H.P. Lovecraft). No faltan así mismo canciones en la línea de los primeros Héroes como “La sirena varada” (referencia directa a la obra del genial Alejandro Casona y una de las mejores canciones del grupo) o la pequeña (y grande) “Tesoro”, perfecta canción pop en apenas dos minutos: “Ayer teñí de color sangre mis sueños. Y no queda nada sagrado que me divierta más”. Una pequeña gema en un baúl quizá demasiado grande.

Habría que decir que, por otro lado, “El Espíritu del Vino” es el disco en el que Héroes se hacen adultos completamente. Por eso el exceso se encuentra también en la temática del disco: las letras. Con oriente cada vez más cerca, el disco canta al placer del dejarse llevar y no ser uno mismo con alguna ayuda (química), tal y como se intentaba en las bacanales de la antigua Grecia. Lo que vendría a llamarse lo “dionisiaco”. Pero este concepto hace mucho tiempo que no es ajeno al rock. Ya Jim Morrison se dio cuenta que todo eso de lo que hablaban sin parar Blake, Baudelaire, Rimbaud y Nietzsche tenía su cenit en la experiencia psicodélica y los estados alterados en general, mezclada con blues, rock  y chamanismos varios. Esto sólo pudo ocurrir en los 60 y los resultados tuvieron su cara más orientada a la celebración en la discografía de The Doors y su cara más sucia en la de The Velvet Underground, de un Lou Reed más cercano a la generación beat (y a la heroína). Aquí se ve en “La apariencia no es sincera”, “Culpable” (“Ir más allá de lo permitido, por los fluidos que recorren el cuerpo”, dice Enrique), la ya citada “El camino del exceso” o el bonito colofón del disco, “La alacena”.

(Desenlace)

Buscando la frase fácil podríamos decir que “El Espíritu del Vino” es un disco excesivo de un grupo excesivo. Pero, a riesgo de hacer un juego de palabras, la borrachera incluye resaca. El minutaje del LP también es descomedido (o se hace largo) y lo mismo ocurre en ciertas canciones como “Flor de loto”, “Culpable” y “La herida”, cuya parte rápida se antoja innecesaria (resolverían mucho mejor la balada de su “Avalancha”, “La chispa adecuada”).

No obstante, pese a esto el disco es sin duda la otra obra capital del grupo junto a “Senderos de Traición”.

Grupo:

¿Cómo hace uno para escribir sobre Héroes...

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Tracklist:

  1. Nuestros nombres
  2. Tesoro
  3. Los placeres de la pobreza
  4. La herida
  5. La sirena varada
  6. La apariencia no es sincera
  7. Z
  8. Culpable
  9. El camino del exceso
  10. Flor de loto
  11. El refugio interior
  12. Sangre hirviendo
  13. Tumbas de sal
  14. Bendecida II
  15. Bendecida
  16. La alacena

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