Cualquier Parecido con la Realidad es una Mierda

Como bien le gusta matizar, el debut de Murky López en solitario es sólo a medias, porque comparte toda una cara del vinilo con los Hermanos Peláez en la asociación López-Peláez. La grabación de esta colaboración la realizó Mario Riviere (R.O.B.O.) en el local de ensayo, mientras que la grabación de los temas de Murky solo corrió a cargo de Ibon Errazkin (Le Mans, Aventuras de Kirlian), contando con la colaboración de Teresa Iturrioz (Le Mans, Aventuras de Kirlian) para las voces de dos canciones («Abrazando la molicie» y «Galbana toledana«). La masterización de esta cara B fue labor de Ángel Álvarez.

Con sus dibujos de agobiantes apocalipsis de monstruos agobiados para el diseño de portada, contraportada y hoja interior, el título sacado del repertorio poético de Pablo Cobollo (Soul Bisontes) y la edición en Alehop! se garantiza la elaboración de la manera más casera posible. Y no es una cuestión baladí, porque, además de constituir la primera vez en la que Murky presenta material propio y exclusivo, el disco es su respuesta a los reveses sufridos recientemente y que le han golpeado bien cerca.

Murky no desdeña dejar alguna pequeña impronta de cuestiones de su entorno vital aunque sea de manera descabalada (algo que se intuye por ejemplo en momentos como aquel «Es tarde para procrear» de Grimorio), pero probablemente en este trabajo es casi explícito. Se ríe de la enfermedad, o al menos de esa «explosión cerebral» que sufrió en «Ictus blues«, que en lo musical raya el minimalismo oriental. O marca una manera diferente de encarar la vida tras estos reveses de salud.

De hecho la progresión decreciente de la intensidad del disco a medida que avanza ha sido compuesta a propósito. Empieza con los Peláez en su vertiente más punk, con fraseos crispados que lanza casi atropelladamente, para ir derivando progresivamente a la calma casi total de la cara B, un ejercicio casi exclusivo de guitarra acústica que llega a sonar por momentos a cantiga medieval. Nos lleva temática y musicalmente desde la crispación (mundo material, rutina laboral y dependencia médica a pesar del final inevitable que nos espera) hasta la quietud y relajación que da la autocontemplación (galbana, molicie). El mismo artista ha revelado el carácter balsámico de sus prácticas con la guitarra para evadirse de una realidad que no gustaba. A ellas se entrega por completo en el reverso del vinilo, salvo el arranque con «Abrazando la molicie«, uno de los cortes donde quizás se deje entrever algo del sonido al que Murky ha contribuido en proyectos anteriores como los mismos Patrullero Mancuso. Entre medias, para cerrar la primera cara, hasta una jota.

«Nacidos para monetizar» o la misma «Hábitat del empleado» son ejemplos de ese refuerzo a lo punk de unas maneras acústicas. Destacan los efectos de guitarras y juegos de voces. Todo el diseño gráfico abigarrado con acumulación de seres monstruosos opresivos (incluso una posible representación de la muerte) mencionado antes contribuye a aumentar esa sensación de agobio.

Disco muy personal, con algo que lo acerca a lo vivido por Mark Oliver Everett, alias E., líder de Eels, a la hora de componer «Electro Shock Blues» (DreamWorks, 1998) para reponerse de los mazazos de la vida que le tocó superar a él. Una ventana por la que observar el interior anímico de uno de los protagonistas incontestables del underground madrileño desde hace muchísimo tiempo.