Canciones Profanas

Canciones Profanas

En Canciones Profanas yo perdí bastante, porque me fui a la mili y arreglaron las canciones al gusto del productor. Hicieron un disco que a mi no me gusta, y en mi opinión se destrozaron bastantes canciones, pero eso no fue culpa de ellos”. Estas serían las impresiones del propio Carlos Berlanga sobre el primer trabajo del que había sido “su nuevo proyecto musical, despachándose bien a gusto una vez salido de Dinarama. Y la verdad que no pueden extrañar a nadie, pese a lo excesivamente crítico de las mismas, porque “Canciones Profanas” (Hispavox, 1983), aunque revestido el sonido con ritmos discotequeros y bailables, es una clara continuación del final de Pegamoides.

También es cierto que debido a la primigenia estructura anárquica de la formación, parece más un conglomerado de ideas que un disco propiamente dicho. Pero es que las piezas del puzzle son buenas y, aunque algunas de ellas no encajen del todo con la idea que Carlos había concebido, no están precisamente hechas de contrachapado. Y uno, pues lo agradece, claro que si. Porque de estas situaciones estrambóticas siempre suele salir algo capaz de despertar el interés, para bien o para mal. Así que, bendita continuación.

Por un lado, contamos con una evolución más madura de la línea gótica trazada en la última etapa pegamoide. Si, esa por la que Carlos había decidido abandonar la formación. Así, nos encontramos con “Cebras”, canción que, conservando las guitarras, es toda una declaración de intenciones de Alaska. Nunca Olvido había cantado sumida en tanta oscuridad. “Sacerdotisas de Baal” y “Nativos” son de la misma línea, aunque sin alcanzar las cotas de gravedad de la primera, por otra parte, excelente, canción.

Por otro, nos encontramos con lo que Carlos quería plasmar en su nuevo proyecto. Canciones que brillan con luz propia y que, siendo justos, son las más acertadas del trabajo. Estamos hablando de “Club de Egipcios”, “Perlas ensangrentadas”, “Egeo”, o incluso por qué no, “Deja de bailar” (como mil veces más divertida que “Bailando”). Canciones que sin dar de lado las guitarras, añaden arreglos de vientos, frases lapidarias y luminosas bases electrónicamente aterciopeladas que las dotan de ritmos trepidantes. Curiosamente, en todas ellas canta Berlanga (en ninguna más), bien sólo, bien con el contrapunto perfecto de Alaska, bien en comunión armonía ambos dos (cuando uno escucha la “glamourosa” “Perlas ensangrentadas”, no puede menos que lamentar que el combo no se prodigara más asiduamente).

La mezcla entre ambas, tan sólo se produce en “Crisis”, canción que abre el disco, y que es un fiel reflejo de la mixtura de ideas. Dotada de un ritmo que desplaza las guitarras por lo sintético, la voz de Alaska sigue en su tono cavernoso, para, paradójicamente, incitarnos a mover el esqueleto.

Para añadir a la mezcla explosiva, un inclasificable “Tomorrow never knows” a lo Dinarama en “Kali”, una radioformulera como “Rey del Glam” y un relleno algo plomizo como “Líneas rectas”.

De todos modos, hay canciones que emocionan sin por ello querer decir que sean conmovedoras. Simplemente tocan algún hilo imperceptible que pende de nosotros con conexión directa a lo más hondo de uno mismo, como si la banda sonora de nuestras vidas formara parte del propio tejido. “Perlas ensangrentadas” es una de ellas. Sólo por ella ya vale la pena el disco.

Grupo:

Las discrepancias internas y el hastío de...

Compartir:

Tracklist:

CD 1

  1. Crisis
  2. Cebras
  3. Kali
  4. Líneas rectas
  5. Club de Egipcios
  6. Perlas ensangrentadas
  7. Rey del Glam
  8. Egeo
  9. Sacerdotisas de Baal
  10. Nativos
  11. Deja de bailar

Compartir: