Big Muff

Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Los años de escenario se notan y nos encontramos con una banda curtida que tiene claro lo que busca y cómo conseguirlo. Esto repercute en un sonido que gana en intensidad y en elaboración. Las guitarras ramonianas continúan estando presentes pero aparecen nuevos matices que enriquecen su sonido. Siguiendo con el símil luciferiano, decir que la banda rompe con Subterfuge –el sello del diablo- y decide sacar el disco en su propia discográfica, Toxic. La consigna, do it yourself.

Comienzan con un trallazo, “Lost Control”, que muestra una vertiente melódica más elaborada, menos inmediata que en entregas anteriores. Se puede apreciar una menor linealidad en las guitarras y una mayor dedicación en los arreglos.

“Baby two heads” rompe con todo lo anterior, nos encontramos con aires truclulentos, distorsión y contundencia bien entendida. Al igual que “Crazy” y sus constantes cambios de ritmo, cinco minutos de subidas y bajadas que ponen de manifiesto su reinvención como banda sin perder la esencia.

Aunque todos los cortes brillan con luz propia y están muy bien producidos, podríamos destacar “Rage” o “Set on fire”, llega un momento en que comienzan a aburrir y se hecha de menos la frescura de sus discos anteriores y una mayor homogeneidad. En “Crime” suenan más oscuros que nunca, con tintes góticos efectivos, y en “Going down” vuelven a buscar la melodía entre guitarras que aceleran y deceleran al ritmo que marca Silvia.

El bajo de “My Brain” suena post punk – setentero- para poco a poco acercar su sonido al punk americano de los 90. Cierran descargando adrenalina en la inmediata “The family in Chainsaw”.