En 1998 sale a la luz el CD “Bailando con Cabras” (Fonomusic, 1998), segunda grabación de Manteca, propuesta al igual que su anterior entrega, realizada bajo el sonido de las Músicas del Mundo y las fusiones del flamenco con el jazz el rock y otras hierbas musicales, dando un nuevo impulso y contribución a lo que se estaba ocurriendo en esas fechas en el sonido internacional.
Contaría al igual que con el anterior “Pa’ Darte Gloria” (Fonomusic,1996) con un gran elenco de músicos y colaboradores en esta nueva y última entrega de la banda. Dichos músicos fueron: Pedro Domínguez (voz), Javier Bonilla (voz), Jose Luis Torres (teclados), Jorge Pardo (saxo), Manuel Marinelli (teclados), Juan Reina y Carlos Meneses (coros), Raimundo Amador (guitarra), Andrés Olaegui (guitarra), Tito Duarte (percusión), Joy Vera y Manolo Nieto (bajo), Manuel Calleja (contrabajo), Doctor Kely (percusión), Pablo Serrano (batería), José Quevedo -Bolita de Jerez- (guitarra flamenca), Rogerio Da Souza (percusión), Seydu (percusión), Boby Martinez (saxo), Manuel Machado (trompeta), Valentín Álvarez (saxo), Eva Durán y Malú Gorostiaga (coros). La grabación transcurre en los estudios del propio Manglis, Kirios y Sincronía de Madrid, y dura siete meses.
El listón estaba muy arriba después del monumental “Pa’ Darte Gloria” (Fonomusic, 1996) y Manteca realizó un digno segundo disco que carece del impacto de la novedad y de la magnífica producción del anterior trabajo. En este CD vuelven a presentar una alineación de lujo con músicos de lo mejor del panorama nacional y una mayor presencia del rock y el blues en ese potaje de fusión que tan bien cocinaban Manglis y su gente. Pero el resultado es más irregular con referencias a un andalucismo tópico que pueden estar de más, como en “Tiri ti tram” o en el superconocido “Anda jaleo” al que poco aportan.
Entre las pistas también encontramos joyas como ese “Sureña”, en el que Manteca reúne dos sures: el de nuestra península y el del rock sureño norteamericano, conjugado en una memorable guitarra. Tampoco hay que perderse esa insinuante “Diosa del pecado”, un tema cargado de connotaciones estilísticas de lo más variado y que suena con una frescura envidiable. El buen ejercicio de jazz flamenco que supone “Argelinos”, el saxo y su envoltorio rítmico del tema que titula el álbum, un guiño al rock andaluz más comercial en “Agarraitos al alma” y poco más. La banda sigue sonando de maravilla y la guitarra de Manglis tiene un gran lucimiento, pero aquí la fusión nos parece más artificiosa y no acaba de encontrar esa naturalidad y esa aparente sencillez que lucía en su anterior CD.
Con todo, una obra muy estimable que no hay que echar en el olvido.