Animalia Lotsatuen Putzua

Animalia Lotsatuen Putzua

Ser un grupo de culto de los de verdad y no de coletilla de anuncio no es fácil. El grupo de culto no se publicita conscientemente, vive en contra, o cuando menos, a espaldas de la corriente; no hace concesiones vitales ni artísticas, salen limpios si alguna vez se revuelcan en el fango de la mercadería, pero no dejan que los mercaderes dicten sus tiempos, y, hagan lo que hagan, no reúnen seguidores, sino fieles evangelizadores que propagan la palabra verdadera allá por donde vayan.

Lisabö, como auténtico grupo de culto que son, ha tenido a sus fieles sin ruido durante cuatro largos años en los que no se sabía a ciencia cierta si seguían en activo, si estaban echando los restos en Bidehuts, plataforma de edición musical autogestionada o habían llegado a un discreto cese temporal de su convivencia rockista dedicándose a otros menesteres. Solo cuatro años hasta diciembre de 2011, poco antes del cambio de año, cuando por fin aparece el esperadísimo cuarto largo de la banda.

La primera escucha no ofrece sorpresas notables para quienes ya conocen el sonido de la banda, como sí hizo en 2005 «Izkiriaturik Aurkitu Ditudan Gurak» (Metak, 2005). Lisabö sigue, afortunadamente, en su línea de ofrecer la cuadratura del círculo: un sonido compacto pero esponjoso, rotundo aunque sin excesos, iluminado y profundo, melodioso y seco, tamizando las vísceras a través del hemisferio izquierdo, y así podríamos seguir acumulando paradojas hasta el infinito, a mayor gloria de nuestro intelecto, para describir «Animalia Lotsatuen Putzua» (Bidehuts, 2011) -El pozo de los animales avergonzados, en castellano.

Pero más de diez años de trayectoria como banda no pueden pasar en vano y aunque sutiles, los cambios están ahí. Pequeños cambios de formación, como el nuevo bajista Xabier Zabala y la ausencia del chelo de Maite Arroitajauregi, aunque el núcleo de la formación sigue intacto con sus dos baterías y dos guitarras más el letrista del grupo, el escritor Martxel Mariskal, que también pone voz al tema «Ez zaitut somatu iristen». Y pequeños cambios compositivos hacia lo que parecía imposible, unas canciones aún más redondas y pulidas, por más que se empeñen en afirmar que lo suyo es casi improvisación; una intensidad que no decae a lo largo del todo el disco, una forma de controlar la rabia y las emociones tan depurada que las hace aún más patentes que en sus trabajos anteriores y una paleta de matices instrumentales que los eleva a un nivel netamente superior dentro de la escena hard y postcore estatal.

En un trabajo, como hemos dicho, tan compacto, es difícil destacar unas canciones sobre otras. Ya la primera, «Oroimenik gabeko filma», te agarra de la pechera y te lleva en volandas hasta el núcleo del disco, descansando antes en la íntima «Ez zaitut somatu iristen». En «Oinazearen intimitatea» deslumbran la percusión inicial, el ritmo en suspenso y el manejo de las variaciones dentro de la misma composición. «Gordintasunaren otordu luzea» es un lamento desgarrado y desgarrador a base de graves y repeticiones claustrofóbicas. Pasando por un inquietante remanso, «Laztan isilen deiadarra», porque el concepto de tranquilidad en Lisabö no es menos intenso que sus picos más enérgicos, se llega a «Ezereza Mugan», unos límites de la nada que nos depositan de nuevo en este mundo mientras se van alejando las baterías al final de la pieza. Ahora conocemos un poco más de cerca el horror de ser humanos. Seis nuevas oraciones para fieles del ruido y la furia.

Grupo:

Autogestión. Palabra clave sin la cual no...

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Tracklist:

  1. Oroimenik gabeko filma
  2. Ez zaitut somatu iristen
  3. Oinazearen intimitatea
  4. Gordintasunaren otordu luzea
  5. Laztan isilen deiadarra
  6. Ezereza mugak

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